La maestría de Bashkirov
Correspondió al pianista Dimitri Bashkirov (Tiflis, 193 1) la clausura del ciclo para la presentación de quienes serán profesores en la Escuela Reina Sofía, recientemente fundada por Paloma O'Shea y la Fundación Albéniz.El gran artista familiar, amigo dilecto de nuestro público, actuó como siempre en brillantísmo y riguroso intérprete y, a la vez, en maestro. Escuchándole se goza y se aprende.
Siempre tiene Bashkirov palabras nuevas y bien cimentadas que decirnos y esta vez nos descubrió cuanta música albergan los lieders de Schubert en su transcripción de Liszt, fiel y tr...
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Correspondió al pianista Dimitri Bashkirov (Tiflis, 193 1) la clausura del ciclo para la presentación de quienes serán profesores en la Escuela Reina Sofía, recientemente fundada por Paloma O'Shea y la Fundación Albéniz.El gran artista familiar, amigo dilecto de nuestro público, actuó como siempre en brillantísmo y riguroso intérprete y, a la vez, en maestro. Escuchándole se goza y se aprende.
Siempre tiene Bashkirov palabras nuevas y bien cimentadas que decirnos y esta vez nos descubrió cuanta música albergan los lieders de Schubert en su transcripción de Liszt, fiel y trascendente, en la que se evidencia tanto la personalidad del romántico austríaco como la del húngaro. El Atlas constituyó una auténtica demostración de poderío pianístico ejercido sin altanería vanidosa y en la célebre Serenata el pianista supo replegar su potencia en una solución de íntima cantabilidad, preciosa de línea y de sonido.
Ciclo de la Escuela Superior Reina Sofía
Dímitri Bashkirov, pianista. Obras de Schubert, Schubert / Liszt y Debussy. Sala Fénix. Madrid, 11 de marzo.
Sorpresas
Schubert puro revivió a través de la Sonata en la mayor, música tocada por la gracia sin más antecedente posible que el de Mozart en cuanto a felicidad de invención, belleza natural de ideas y transparencia del tejido sonoro. En cuatro preludios y en La isla alegre, de Debussy, Bashkirov demostró su conocimiento de un pensamiento sonoro que desde el ensueño llevó a cabo la gran revolución musical de este siglo. Sorprendente resultó La serenata interrumpida, un tanto albeniciana, escrita al año siguiente de morir el autor de Iberia. En La isla alegre las sugerencias de connotaciones plásticas y la fantasía conmocionaron al público la audiencia que reaccionó con entusiasmo. Fueron imprescindibles las propinas -Chopin, Prokofiev- como lo serán, en el futuro, las lecciones y cursos de Bashkirov en Madrid.