Risa para tiempo de crisis
Es un vodevil: de los que se dice que tienen un certero mecanismo de relojería por el cual las situaciones saltan en el momento exacto y desaparecen de la misma manera. Creo que el teatro es cada vez menos cuestión de mecanismo, o de dramaturgia de ese carácter, y más de texto, de palabra, de interpretación. No se echa de menos la palabra en éste: muchas de las situaciones y los equívocos son verbales; y cunden, traspasan la versión castellana -es de Montesinos-, que es muy efectiva.Y tiene que contar, desde luego, con alardes de interpretacíón, que se centran en Joaquín Kremel, creador...
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Es un vodevil: de los que se dice que tienen un certero mecanismo de relojería por el cual las situaciones saltan en el momento exacto y desaparecen de la misma manera. Creo que el teatro es cada vez menos cuestión de mecanismo, o de dramaturgia de ese carácter, y más de texto, de palabra, de interpretación. No se echa de menos la palabra en éste: muchas de las situaciones y los equívocos son verbales; y cunden, traspasan la versión castellana -es de Montesinos-, que es muy efectiva.Y tiene que contar, desde luego, con alardes de interpretacíón, que se centran en Joaquín Kremel, creador de un tipo y su manera de hablar; con María Casal, que a sus encantos corporales une también la calidad escénica: los dos hacen buena caricatura, como manda el género. Y como hacen sus companeros de reparto. En fin, esta nadería que se llama El aperitivo -no se sabe por que- es una forma mejor que las habituales del género y facilita la necesaria carcajada de tiempos de crisis y de fastidio.
El aperitivo
De Gerard Lauzier, versión de Ángel F. Montesinos, Intérpretes, Joaquín Kremel, María Casal, Tomás Sáez, Lorenzo Valverde, Franky Huesca, Francisco Olmo, Julia Torres, Sara Sanders, Mónica Limoges y Manolo Andrés. Escenografía de Tony Cortes. Dirección de Ángel F. Montesinos. Teatro Muñoz Seca. Madrid, 24 de enero.
El público responde muy bien a ella: a la de la obra, los intérpretes, la veloz y adecuada dirección de Montesinos, y, también a la escenografía de Tony Cortés, que consigue meter en un espacio dirninuto todos los ambientes necesarios para el desarrollo del enredo.