Entusiasmados con la URSS

La Unión Soviética es el país que mayores simpatías despierta entre el 55% de los alemanes, frente al 44% en Estados Unidos y el 38% en Francia. La decisiva aportación de Mijaíl Gorbachov a la unidad alemana y la inmensa simpatía de que goza el líder soviético en Alemania han reavivado los fuertes vínculos históricos y culturales entre los dos grandes pueblos de la Europa central y oriental.La mayoría rechaza rotundamente un papel de Alemania como superpotencia. Considera preferible el modelo de Suiza, con su bienestar e independencia en el concierto de las naciones. Ni la potencia económica J...

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La Unión Soviética es el país que mayores simpatías despierta entre el 55% de los alemanes, frente al 44% en Estados Unidos y el 38% en Francia. La decisiva aportación de Mijaíl Gorbachov a la unidad alemana y la inmensa simpatía de que goza el líder soviético en Alemania han reavivado los fuertes vínculos históricos y culturales entre los dos grandes pueblos de la Europa central y oriental.La mayoría rechaza rotundamente un papel de Alemania como superpotencia. Considera preferible el modelo de Suiza, con su bienestar e independencia en el concierto de las naciones. Ni la potencia económica Japón ni la potencia política y militar de Estados Unidos suscita entusiasmo ni ansias de emulación.

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Un 75% se declara contrario a que Alemania intervenga en conflictos internacionales. Este porcentaje puede haber aumentado desde que se realizó la entrevista hace dos meses con el creciente peligro de guerra en el Golfo y las primeras implicaciones alemanas en la crisis a través de la OTAN.La mayoría del pueblo alemán parece partidaria de mantener el dictado constitucional que prohibe la participación del ejército alemán en acciones bélicas fuera del área de seguridad estratégica que ha sido la zona de acción de la OTAN desde el ingreso de la RFA en la Organización Atlántica.

Los alemanes del nuevo estado unido parecen decididos a gozar de su bienestar, acunarse en su seguridad interna arropados por un renovado sentimiento familiar y naturalista, y no dejarse molestar por los conflictos y dramas del exterior.

La Alemania expansionista que sucumbió en la II Guerra Mundial ha dado paso, tras 45 años de división, a un estado cuyos afanes no pueden ser más antagónicos a los de su antecesor.

El romanticismo alemán, depurado en la sociedad occidental por décadas de democracia liberal, capitalismo y consumo, ha abandonado toda vocación conquistadora o redentora.

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En el Este, 17 millones de habitantes forcejean aun con el legado del régimen comunista en ideología y mentalidad, mucho más difícil de desmantelar que un buró político.

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