¿Whisky, cigarrillos, vaqueros...?

Los visitantes tienen ocasión de captar la importancia del mercado negro birmano, quizá el más floreciente de Asia, incluso antes de que el sello de la aduana de Myanmar se estampe en el pasaporte. Los oficiales del caótico aeropuerto de Mingaladon, en Rangún, aconsejan al turista que no cambie ninguna divisa fuerte: "En vez de ello, venda sus cosas".Nadie viaja a Birmania sin un par de botellas de whisky, un par de cartones de cigarrillos norteamericanos y unos vaqueros. El producto neto de la venta cubrirá los gastos del visitante durante una semana. Además, el dólar se cotiza en el mercado ...

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Los visitantes tienen ocasión de captar la importancia del mercado negro birmano, quizá el más floreciente de Asia, incluso antes de que el sello de la aduana de Myanmar se estampe en el pasaporte. Los oficiales del caótico aeropuerto de Mingaladon, en Rangún, aconsejan al turista que no cambie ninguna divisa fuerte: "En vez de ello, venda sus cosas".Nadie viaja a Birmania sin un par de botellas de whisky, un par de cartones de cigarrillos norteamericanos y unos vaqueros. El producto neto de la venta cubrirá los gastos del visitante durante una semana. Además, el dólar se cotiza en el mercado negro a 65 kyats, mientras que tiene un absurdo cambio legal de seis kyats. Así, olvidándose de la cotización oficial, una botella de cerveza Mandalay cuesta tan sólo 45 pesetas y una cena menos de 400.

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Los generales que gobiernan la antigua Birmania (ahora Myanmar) están muy ocupados reprimiendo a sus adversarios y no se preocupan de elaborar un programa económico. El mercado negro es el único que hace que las cosas marchen en el país.

Mal administrada, Myanmar es una de las naciones más pobres de la tierra, según las Naciones Unidas, a pesar de sus inmensos recursos naturales: petróleo, minerales, teca, jade, rubíes y pescado. La suspensión de toda la ayuda exterior en 1988, ha empeorado más aún la caótica situación económica.

Los generales hacen todo lo posible por terminar de arruinar el país. Con las dificultades que ponen a los turistas han reducido el número de visitantes extranjeros de 40.000 en 1988 a 9.000 el pasado año. "La economía no se hundirá, porque no progresa en absoluto. Es una lenta decadencia iniciada hace más de 20 años", dice un empresario occidental basado en Rangun.

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