Tribuna:EL REESTRENO DE 'BOOM BOOM'

Resurrección de un bello filme

Esta preciosa, primorosa, divertida, elegante y relajante película española, elaborada con una indefinible mezcla de puro oro cinematográfico y apasionante economía expresiva, se estrenó en Madrid un mal día del pasado mal mes de junio, por las mismas fechas en que el rosario, o si se quiere viacrucis, de las retransmisiones del Campeonato del Mundo del fútbol vaciaba las calles de la ciudad y desertizaba cines, teatros, discotecas, bibliotecas, tabernas e incluso lo inimaginable: bingos.Ni aposta pudo elegirse una manera más eficaz para que nadie acudiera a verla. Duró Boom Boom en car...

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Esta preciosa, primorosa, divertida, elegante y relajante película española, elaborada con una indefinible mezcla de puro oro cinematográfico y apasionante economía expresiva, se estrenó en Madrid un mal día del pasado mal mes de junio, por las mismas fechas en que el rosario, o si se quiere viacrucis, de las retransmisiones del Campeonato del Mundo del fútbol vaciaba las calles de la ciudad y desertizaba cines, teatros, discotecas, bibliotecas, tabernas e incluso lo inimaginable: bingos.Ni aposta pudo elegirse una manera más eficaz para que nadie acudiera a verla. Duró Boom Boom en cartel de estreno un par de semanas y desapareció, evidentemente condenada de antemano al olvido. Recordemos que el filme es distribuido por una empresa multinacional norteamericana, que estrena filmes españoles cuando le viene y conviene, tan sólo para cubrir el cupo obligatorio que le exige la ley para obtener licencias de doblaje de sus propios filmes. Y entonces aquel término antes empleado "ni aposta" cobrará todo su sentido. Una distribuidora puede, si quiere, destruir el filme que distribuye. Éste de Boom Boom es un caso flagrante, casi engorroso de puro evidente, de este tipo de crímenes estéticos que no ha convertido en víctimas de su distribución sólo a este filme español, sino a muchos más.

En casi todas las ciudades españolas, Boom Boom fue estrenada por las mismas fechas; luego su muerte no fue sólo madrileña, sino también barcelonesa, abulense, bilbaína, coruñesa, donostiarra, sevillana, murciana, valenciana, alicantina, pacense, toledana y vayan ustedes a saber cuántos apelativos geográficos más. Muerte casi total en España para una maravillosa obra de la imaginación española, puesto su destino en manos de una entidad comercial a la que, lógicamente, el cine español le interesa tanto más cuanto menos dura en cartel y menos competencia hace al suyo propio. Y decimos "muerte casi total" porque se produjo una excepción perfectamente comprensible, que explicamos a continuación.

El filme Boom Boom es barcelonés, está realizado por una mujer barcelonesa, Rosa Vergés, y cuenta una comedia que ocurre en Barcelona y entre barceloneses. Es comprensible que, por el simple imán geográfico, se produjera en la ciudad protagonista del filme un tirón inicial mayor que en las otras ciudades donde se estrenó, destinado de antemano a morir. Duró Boom Boom en Barcelona lo suficiente para que siguiera en cartelera más allá del fin de la epidemia de fútbol, y esto lo salvó de la muerte total. El boca a boca funcionó por las Ramblas, las colas comenzaron a ser frecuentes en el cine donde la película se proyectaba y ahora, 19 semanas después, en él sigue, completamente viva.

Venecia

Otra circunstancia -completamente ajena a los propósitos de la entidad distribuidora del filme- vino en socorro providencial de la película náufraga: a los programadores del Festival de Venecia, Boom Boom les gustó mucho y se la llevaron para ser exhibida en la Semana de la Crítica de la famosa Mostra italiana. Su éxito allí fue más que considerable: apagó a casi todas las películas de la sección oficial, y la prensa italiana se llenó de reportajes, entrevistas y comentarios elogiosos para el filme, para su directora, Rosa Vergés, sus actrices y sus actores. El cordial Boom Boom se convirtió en unos días en un boom de otra buena especie: ya que en su país la habían matado, resucitó en otros países.

Y ha sido precisamente el eco exterior lo que de nuevo ha abierto a Boom Boom un camino para su resurrección en su propia tierra. Un exhibidor madrileño con buen oído oyó ese eco y la trajo a una de sus pequeñas salas llamadas Renoir. La pequeña maravilla barcelonesa (que sigue triunfando en Barcelona) está ahora de nuevo en Madrid, aunque sea a causa de varias carambolas casuales. Ha venido sola, a palo seco, sin unos gramos de publicidad, como si fuera una película clandestina. Este comentarista la vio hace un par de noches a cine semilleno, volvió a disfrutar de las delicias de este insólito cine y comprobó, que sus calidades no eran sólo asunto suyo, o barcelonés o veneciano, pues compartió sonrisas, carcajadas y bienestar con medio centenar de madrileños encantados de reconocerse a sí mismos, con fondo barcelonés, en la pantalla. No hace falta decir que la película Boom Boom lleva más y mejor cine dentro que el 90% -es una estadística casera, pero me temo que se queda corta- que la totalidad del celuloide distribuido a bombo y platillo, en sabrosas y productivas fechas, durante todo este año por la entidad distribuidora que machacó a esta pequeña joya del cine español actual. Así son las cosas, dibujadas con brocha gorda, que suele ser la única que cuenta con verdad el fondo de este tipo de malos asuntos. Asuntos sin matices, como todo lo cruel. Y no hay nada más cruel que un delicado bordado de la imaginación pisoteado por las ramplonas botas de un libro de cuentas con tapas de esparto.

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