47º FESTIVAL DE VENECIA

Cine de medio pelo

Predomina en Venecia una especie de cine de medio pelo, ni malo ni bueno, con un curioso aire de uniformidad no programada, lo que le hace aun más decepcionante. La película francesa Al diablo la muerte, la alemana Jugadores, y la polaca Adiós al otoño nada nuevo aportan. Sin ser malas películas, parecen ya vistas, carecen de sentido de la sorpresa, de ese mínimo de originalidad que debe tener una obra en concurso en un festival caracterizado por su búsqueda de los singular y lo innovador. Se ven bien y se olvidan con la misma facilidad. Después, ni un recuerdo, ni una sol...

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Predomina en Venecia una especie de cine de medio pelo, ni malo ni bueno, con un curioso aire de uniformidad no programada, lo que le hace aun más decepcionante. La película francesa Al diablo la muerte, la alemana Jugadores, y la polaca Adiós al otoño nada nuevo aportan. Sin ser malas películas, parecen ya vistas, carecen de sentido de la sorpresa, de ese mínimo de originalidad que debe tener una obra en concurso en un festival caracterizado por su búsqueda de los singular y lo innovador. Se ven bien y se olvidan con la misma facilidad. Después, ni un recuerdo, ni una sola huella en la memoria. Está bien que existan, pero sería igual si no existieran. Nada hay en ellas que las haga necesarias.Y, como apéndice a este apresurado recuento, añadir que la conjetura expuesta en la crónica de ayer, dedicada en parte a la creación de la primera major europea, ha dejado de ser tal conjetura. Los productores y entidades bancarias que la conforman, entre quienes está el español Andrés Vicente Gómez, llegaron ayer a un acuerdo y dicha empresa de producción y distribución, llamada Eurotrustees, ya es una realidad. Como es un hecho que, siendo la primera, no será la última: otros importantes grupos de producción y distribución de varios países de la CE se encuentran ya en conversaciones para llegar a un proceso de unión o coordinación. Nuevas "major" europeas no se harán esperar, por todos los indicios, mucho tiempo. Es el signo de los tiempos, la respuesta a la llamada a la creación inmediata de un Mercado Común del Cine.

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