Doce fotógrafos por estrella

A Grace Jones se le ocurrió salir a la terraza del hotel Cariton a tomar café. Se sentó, y en menos de medio minuto la rodeaban una docena de fotógrafo más un número dos veces superior de particulares. La modelo tuvo que huir, erguida a lo reina de Saba, maldiciendo mientras lucía ese fisico brutal que fue hace anos estandarte de la movida neoyorquina.Curiosos y mitómanos no dan abasto en el Festival de Cannes, apostados en los aledaños de los hoteles y del palacio del festival. Los propios residentes y turistas, arriba y abajo por La Croissette, el paseo que bordea la bahía, se convier...

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A Grace Jones se le ocurrió salir a la terraza del hotel Cariton a tomar café. Se sentó, y en menos de medio minuto la rodeaban una docena de fotógrafo más un número dos veces superior de particulares. La modelo tuvo que huir, erguida a lo reina de Saba, maldiciendo mientras lucía ese fisico brutal que fue hace anos estandarte de la movida neoyorquina.Curiosos y mitómanos no dan abasto en el Festival de Cannes, apostados en los aledaños de los hoteles y del palacio del festival. Los propios residentes y turistas, arriba y abajo por La Croissette, el paseo que bordea la bahía, se convierten durante el certamen en un hervidero espectacular donde la belleza, la elegancia y la ostentación, conviven de forma pacífica con lo extravagante, la horterada y la pretensión.

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Por los pasillos del hotel Cariton, Clint Eastwood caminaba con su metro 85 y sin pistola, y Akira Kurosawa, también con sus 1,85 metros pero sin la espada de samuray, dejaba una estela de japoneses haciendo reverencias. A Damelle Mitterrand casi la eclipsaban los guardaespaldas.Etiqueta obligada

En el palacio del festival, en la sesión de tarde-noche, el traje de etiqueta es obligatorio, y cámaras de televisión y fotógrafos también tienen que ponerse la pajarita y el esmoquin. Los curiosos van sentándose en las sillas colocadas detrás de las barreras a la espera de que termine el pase, mientras que policías uniformados de gala se colocan en dos filas en posición de firmes. Cuando los espectadores salen se arma el revuelo, y flashes y focos hacen que la parafernalla cobre sentido y que todo brille. "He visto a Mick Jagger", dice una británica. "Y yo a Dennis Quaid", dice una norteamericana. Al paso de Farinny Ardant, un admirador grita: "¡Fanny, Fanny, Fanny!".

Dick Bogarde, Brooke Shields, Marisa Berenson, Monica Vitti, Lauren Bacall, Anjelica Huston, Mel Glbson, Charile Sheen, Bernardo Bertolucci, Martin Scorsese y Stephen Frears, son sólo una pequeña parte de la lista.

A esos nombres más espectaculares de la industria del entretenimiento, se unen en Cannes otros que, aunque con menos glamour, tienen el sello del prestigio. Por ejemplo, el director portugués Manuel de Oliveira, de 81 años, que ha presentado fuera de concurso su última película, en la que bucea en la historia de Portugal y reflexiona sobre el mito del sebastianismo.

Otro underground, John Woters, y sus acompañantes y actores, entre ellos Iggy Pop y Riki Lake, también ha llamado la atención. En su película, Cry baby, aparecen, entre otros, Patricia Hearts y la actriz porno Tracy Lords.

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