Crítica:TEATRO

Otro vodevil

Hay cinco puertas, cuatro mujeres y cuatro hombres: lo característrico del vodevil. Los apuros corresponden al pícaro ingenuo (Pedro Osinaga), que alquila un apartamento a dos personas con fechas y horarios diferentes para cobrar doble; como es de suponer, terminan por coincidir, y aun se alquila el apartemento a más personas; y llegan otros personajes que no saben...La mecánica de las puertas que se abren y se cierran, para que entre y salga lo insólito, es la común. Y también, como es común, tiene que ocurrir que las víctimas sean un poco tontas, cegatas y sordas para que no se den cuenta de...

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Hay cinco puertas, cuatro mujeres y cuatro hombres: lo característrico del vodevil. Los apuros corresponden al pícaro ingenuo (Pedro Osinaga), que alquila un apartamento a dos personas con fechas y horarios diferentes para cobrar doble; como es de suponer, terminan por coincidir, y aun se alquila el apartemento a más personas; y llegan otros personajes que no saben...La mecánica de las puertas que se abren y se cierran, para que entre y salga lo insólito, es la común. Y también, como es común, tiene que ocurrir que las víctimas sean un poco tontas, cegatas y sordas para que no se den cuenta de lo que ocurre, lo toleren y pasen por alto lo que se le escapa al protagonista.

Pero el público es el cómplice de los autores, Anthony Marriot y Bob Grant, y del traductor, J. J. Arteche, le gusta que las cosas pasen así, y que le pasen al actor Pedro Osinaga, y se ríen con él y con todos los demás con los enredos y los equívocos.

Entren sin llamar

Obra de Anthony Marriot y Bob Grant, versión española de J. J. Arteche. Intérpretes: Ana María Vidal, Pedro Osinaga, Arturo Acero, Rafael Guerrero, Prado Rivera. Escenografía: Moncho Aguirre. Dirección de escena: Juan José Alonso Millán. Madrid, teatro Alcázar, 17 de enero.

La dirección de Juan José Alonso Millán, experto en el género del vodevil, añade la velocidad de la maquinaria ajustada. No es uno de los grande vodeviles ingleses de estos últimos años: el éxito comercial de estas piezas en el mundo ha alentado, sin duda, a escribí demasiados.

Queda dicho que el público va entrando en la vía de la risa -sobre todo, las damas: quizá por toquecillos sexuales, que ahora son de su gusto- y esta risas se resuelven a aplausos al final para toda la compañía; especialmente, claro, para el favorito Pedro Osinaga.

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