LA LIDIA / FERIA DEL PILAR

Torerazos

Dos horas y media largas de festejo sirvieron para que las 14.000 personas que abarrotaban la plaza aclamaran a los toreros torerazos. Los torerazos ayer fueron Roberto Domínguez y Ortega Cano y al triunfo final se sumó también Litri, aunque aún no llegue a torerazo. Puede que la de ayer sea la corrida de la feria y el público, que demandó orejas y otorgadas fueron, se prendó de la sapiencia y torería de Roberto Domínguez.Pero la lidia, el aguante, la porfía y la casta torera le brotó a Roberto frente al peligroso manso de Carlos Núñez. Hasta coces tiraba en el tercio de banderillas mie...

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Dos horas y media largas de festejo sirvieron para que las 14.000 personas que abarrotaban la plaza aclamaran a los toreros torerazos. Los torerazos ayer fueron Roberto Domínguez y Ortega Cano y al triunfo final se sumó también Litri, aunque aún no llegue a torerazo. Puede que la de ayer sea la corrida de la feria y el público, que demandó orejas y otorgadas fueron, se prendó de la sapiencia y torería de Roberto Domínguez.Pero la lidia, el aguante, la porfía y la casta torera le brotó a Roberto frente al peligroso manso de Carlos Núñez. Hasta coces tiraba en el tercio de banderillas mientras el propio matador lidiaba. Se dobló por bajo el torero, trasteó, tragó en los naturales ayudados, se descaró en derechazos y mientras la alhaja del Núñez andaba frenándose, esparramando la vista, lanzando gañafones cuando no tornillazos a las zapatillas.

González / Domínguez, Ortega Cano, Litri

Cinco toros de Manuel González, flojos y nobles. Uno de Carlos Núñez, manso, descastado y con peligro. Roberto Domínguez: oreja; fuerte ovación con saludos. José Ortega Cano: pitos; dos orejas. Miguel Báez 'Litri': división; dos orejas.Plaza de toros de Zaragoza, 13 de octubre. Sexta corrida de feria

Todo un ejemplo de gallardía fue ayer el torerazo Roberto Domínguez y otro ejemplo de toreo de puro estilo fue Ortega Cano ante el quinto, un flojo ejemplar noble y repetidor que junto al sexto fueron lo mejor del encierro. Contrariado el cartagenero tras oír pitos, merecidamente, a la muerte de su primero, ofreció con su segundo la exquisitez del temple y del sentido de las distancias. Y por la puerta grande se lo llevaron y también a Litri, que ofreció su espectacular repertorio ante el sexto.

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