Tribuna:

Wish you were "here"

El agua de Venecia es legendaria, pero aún no había sufrido la invasión del rock. Con reticencia, lo recibió el sábado, y al principio se percibió en la ciudad la inminencia del peligro: cientos de miles de jóvenes podían convertir el territorio insólito de esta ciudad de agua en un campo minado. En medio de la laguna, los venecianos de siempre asistieron perplejos a esa suposición del miedo, hasta que comenzó el concierto y se produjo un olvido colectivo del peligro que parecía percibirse en las barcas donde los venecianos se aprestaban a despachar sus viandas tradicionales -polenta, s...

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El agua de Venecia es legendaria, pero aún no había sufrido la invasión del rock. Con reticencia, lo recibió el sábado, y al principio se percibió en la ciudad la inminencia del peligro: cientos de miles de jóvenes podían convertir el territorio insólito de esta ciudad de agua en un campo minado. En medio de la laguna, los venecianos de siempre asistieron perplejos a esa suposición del miedo, hasta que comenzó el concierto y se produjo un olvido colectivo del peligro que parecía percibirse en las barcas donde los venecianos se aprestaban a despachar sus viandas tradicionales -polenta, sardinas, bacalao, vino blanco- para celebrar la fiesta del Redentor. Ante sus narices, en paralelo a la iglesia del Redentor, miles de jóvenes se asomaban peligrosamente al tejado de un edificio que no se hizo para acogerlos, y ese miedo sobre el peligro ajeno acentuó el temor en la laguna de Venecia. Sin embargo, la música y la propia Venecia hicieron un milagro colectivo y aquélla fue una fiesta que resume muy bien la canción más celebrada de Pink Floyd: Wish you were here, -Ojalá estuvieras aquÍ- un título que por una vez fue un resumen. La gente bailó al sonido del grupo como si todos estuviéramos sobre tierra firme y la música fuera la metáfora de la melancolía que se sitúa en la edad media del rock. Jóvenes subidos a los palos de sus barcas, nudistas altísimos convencidos de que la psicodelia no ha muerto hicieron de la fiesta del Redentor un homenaje a la música y un hecho irrepetible que procede de una magia de la que sólo es capaz esta ciudad a la que la historia ha hecho insuficiente para hacerla más gloriosa. Después de la música de Pink Floyd, los fuegos de artificio que son habituales en esta fiesta legendaria se confundieron con las luces del concierto. La luna en su sitio, redonda y amarilla como corresponde a una ciudad de tiniebla, y el recuerdo de Pink Floyd desvanecido en el cielo escasamente estrellado de Venecia fueron un marco extraordinario para volver a repetir el mismo deseo: Wish you were here.

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