Menem hereda hoy una Argentina en bancarrota

El peronista Carlos Menem, un abogado de 59 años, asume hoy la presidencia de Argentina, y recibe a las doce de la mañana (cinco de la tarde, hora peninsular) los símbolos del mando de manos de su antecesor, el radical Raúl Alfonsín, de 62 años. La entrega del poder se produce cinco meses antes de la fecha prevista por renuncia de Alfonsín, que deja el país con la inflación más alta de su historia, la moneda casi inexistente y las cajas casi vacías; una Argentina en bancarrota, pero con las instituciones democráticas en funcionamiento.

En algunos periódicos se publicaron ayer anuncios d...

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El peronista Carlos Menem, un abogado de 59 años, asume hoy la presidencia de Argentina, y recibe a las doce de la mañana (cinco de la tarde, hora peninsular) los símbolos del mando de manos de su antecesor, el radical Raúl Alfonsín, de 62 años. La entrega del poder se produce cinco meses antes de la fecha prevista por renuncia de Alfonsín, que deja el país con la inflación más alta de su historia, la moneda casi inexistente y las cajas casi vacías; una Argentina en bancarrota, pero con las instituciones democráticas en funcionamiento.

En algunos periódicos se publicaron ayer anuncios de agradecimiento a Alfonsín con centenares de firmas, "porque después de 60 años protagonizamos el hecho histórico del traspaso del poder de un presidente constitucional a otro" y "porque desde diciembre de 1983 hemos podido afirmar nuestra convicción en la democracia y en el respeto y la libertad de las personas". Aparte del hecho histórico de conseguir entregar la banda y el bastón presidencial a un presidente constitucional, por primera vez después de 60 años, la herencia de Alfonsín resulta envenenada para Menem, con un balance catastrófico de casi todas las variables macroeconómicas.Acaba de publicarse que la inflación de los precios de consumo ha batido todas las marcas en junio y llegó al 114,50%. Los precios mayoristas subieron al 132,2% y la construción al 134,1%. El austral, la moneda creada por el Gobierno de Alfonsín con el plan económico del 15 de junio de 1985 con una cotización de 0,8 dólares por unidad, no existe prácticamente. Para comprar un dólar se necesitaban ayer en el mercado libre 560 australes. Esto representa una devaluación del 70.000 por ciento en cuatro años. La deuda externa subió de 45.000 millones de dólares a más de 60.000 hoy.

Argentina no paga casi nada desde hace ya más de un año, y tiene unos atrasos en el pago de sus obligaciones externas que llegan a 4.500 millones de dólares (550.000 millones de pesetas). Las reservas operativas de divisas en Argentina apenas rebasan los 100 millones de dólares (poco más de 12.000 millones de pesetas), que apenas llegan para pagar las cuentas de una semana.

En medio de este caos económico, el país se ha lanzado a una desenfrenada carrera de sálvese quien pueda. Para prepararse un colchón, ante las nuevas medidas económicas que el domingo anunciará el nuevo Gobierno, los comerciantes han emprendido una remarcación salvaje de los precios, que han llegado a duplicarse en unas horas en algunos productos, algunos de primera necesidad.

Subida salarial

Para complicar un poco más la herencia la actual administración no se ha privado de acordar una subida del salario mínimo de 8.700 australes (2.000 pesetas) en junio a 20.000 para este mes (4.500 pesetas al cambio libre). Esta subida era imprescindible y tendrá que ser todavía mayor, pero al mismo tiempo el Gobierno saliente no quiso adoptar la medida impopular de incrementar las tarifas de servicios públicos, que están retrasadas respecto a la inflación en porcentajes de tres dígitos. Esto obligará al nuevo Gobierno a unas subidas terroríficas de tarifas. Se anuncia que la gasolina subirá un 500%, el gas y electricidad hasta un 850 %. Alfonsín deja también abierta la crisis militar, que lo acompañó durante los cinco años y medio de su mandato. Aparte de los comandantes de las juntas militares, que gobernaron durante la dictadura y ya están condenados en firme, quedan pendientes varios procesos contra militares por sus crímenes en ese periodo y los casos de los tres amotinamientos de Semana Santa en 1987, Monte Caseros en enero de 1988 y Villa Martelli el pasado diciembre.

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Todo parece indicar que el presidente argentino que asume hoy el poder está dispuesto a cerrar como sea el conflicto militar. Menem no parece dispuesto a mantener abierto un frente de conflicto permanente con los militares, porque considera que el problema primordial hoy en Argentina es la crisis económica y a combatirla dedicará toda su energía el nuevo Gobierno. No está clara la modalidad que adoptará Menem para acabar con el problema militar y se habla incluso de soluciones dignas del realismo mágico y que rozan el folclor, como una misa de reconciliación nacional en la que participarían militares de la dictadura y ex-guerrilleros.

Ante la crisis económica, Menem parece dispuesto a jugársela a una especie de todo o nada, con un equipo de gobierno que asombra a propios y extraños. Se ha comentado que en algunos casos las designaciones de Menem equivalen a .poner a Herodes al cuidado de un jardín de infancia". El ministro de Economía, Miguel Roig, que será una figura clave en el nuevo Gobierno procede de la multinacional Bunge y Born, la bestia negra del peronismo y la expresión más palpable de la oligarquía argentina.

Además del hombre de Born, Menem ha sumado a su equipo a los Alsogaray, padre e hija, adalides de la derecha económica más recalcitrante y del liberalismo económico.

Circula por Buenos Aires un chiste que define la selección realizada por Menem. Se dice que el nuevo jefe de los servicios secretos, el periodista Juan Bautista Yofre, ha recibido como primera tarea describir si existe una infiltración peronista en el nuevo Gobierno.

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