Cartas al director

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Me gustaría decir algunas cosas para que la gente que no está bien enterada de lo que pasa en nuestro país (Argentina) no aumente aun más su ignorancia. Las leyes de puntofinal y obediencia debida (de muerte) fueron una prueba irrefutable de la debilidadde un presidente democrático ante las presiones de unos poderes fácticoscuyos uniformes y sotanas están manchados para siempre de sangre. La última comparecencia de Alfonsín, después de los misteriosos sucesos de La Tablada, rodeado de los tres comandantes de las fuerzas amadas, no fue más que la ratificación de la impotencia ante los au...

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Me gustaría decir algunas cosas para que la gente que no está bien enterada de lo que pasa en nuestro país (Argentina) no aumente aun más su ignorancia. Las leyes de puntofinal y obediencia debida (de muerte) fueron una prueba irrefutable de la debilidadde un presidente democrático ante las presiones de unos poderes fácticoscuyos uniformes y sotanas están manchados para siempre de sangre. La última comparecencia de Alfonsín, después de los misteriosos sucesos de La Tablada, rodeado de los tres comandantes de las fuerzas amadas, no fue más que la ratificación de la impotencia ante los auténticos amos de la situación política argentina. La mejor manera de defender la democracia y hacer cumplir sus principios no es pactar con los genocidas a espaldas del pueblo, ni borrar permanentemente con el codo lo que la mano, temblorosamente, ha escrito. Y comparar esas tristemente célebres leyes con la liberación de 1.984 guardias somocistas por orden de Daniel Ortega es un silogismo desafortunado. En un caso se trata de legitimar, desde un Gobierno democrático, el asesinato masivo, las desapariciones, las torturas y elolvido. En el otro, es la libertad para personas que cometieron graves delitos y que, aparentemente, han cumplido sus condenas. En ambos casos, la larga mano del amigo americano jugó sus peones con la sibilina habilidad que le caracteriza. ¿0 no?.

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