A la espera del silencio necesario

El poeta recorre Madrid a la espera del silencio mientras afirma de su nuevo libro que para mí acaba de nacer; un libro se forma para mí en capas orgánicas. Tanto en el proceso de escritura como en el de lectura. En este punto, el libro tiene que seguir naciendo en el lector. Yo definiría esta obra como una aproximación más intensa de la palabra a la materia".La conversación transcurre con vehemencia. Valente es enfático y entusiasta de su pensamiento y del que se le opone, quizá por aquello de añorar la discusión, el debate. Llega, inevitablemente, la mención a Walter Benjamin, pensador del q...

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El poeta recorre Madrid a la espera del silencio mientras afirma de su nuevo libro que para mí acaba de nacer; un libro se forma para mí en capas orgánicas. Tanto en el proceso de escritura como en el de lectura. En este punto, el libro tiene que seguir naciendo en el lector. Yo definiría esta obra como una aproximación más intensa de la palabra a la materia".La conversación transcurre con vehemencia. Valente es enfático y entusiasta de su pensamiento y del que se le opone, quizá por aquello de añorar la discusión, el debate. Llega, inevitablemente, la mención a Walter Benjamin, pensador del que habla en las lecciones que estos días pronuncia en la Autónoma de Madrid. A la pregunta de si cree junto con el pensador que el poema tiene "aura", responde con una afirmación sin vacilaciones.

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Pero se manifiesta crítico hacia Benjamin y comenta sonriente que el pensador tenía como equipaje inseparable en su diáspora una obra, orginal, un óleo que jamás abandonó. "Creo que le gustaba el 'aura' de ese cuadro", comenta Valente.

¿La reproducción del poema le quita el aura? "No. Todo arte, cuando es una creacion genuina, mantiene a pesar de la reproducción su condición esencial". El entrevistador le recuerda que, en definitiva, la obra de Benjamin se salvó por la derrota del nazismo y la conocemos a través de su reproducción y no del manuscrito. La respuesta no se hace esperar. "Sí, afortunadamente.

Se queja de la ofensiva de la verborragia, de la palabra instrumental, por contraposición a la palabra que se apropia de nosotros en el acto de la creación. Valente diferencia entre la palabra verdadera y la palabra instrumental y vive agobiado por el peso de una lengua medida por su eficacia operativa. Se manifiesta opuesto a la oclusión de la memoria por los bancos de datos, y lamenta esta esterilización de uno de los principales recursos de la creación.

Él considera que ha regresado a España, con un ojo crítico que no está dispuesto a abandonar. Dice, en este sentido, que el poder debe asimilar el hostigamiento crítico, de la crítica capaz de hostigar desde la creación.

Rinde homenaje al descubrimiento de la Cábala como una estética que le permitió releer su obra anterior y cultiva con ella el misterio de la palabra, la única fórmula mística que se permite, la que está encerrada como experiencia dentro de la literatura.

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