Mil millones de personas siguieron esta madrugada en directo la entrega de los 'oscars'

Por primera vez en la historia la ceremonia se transmitió en la Unión Soviética

ENVIADO ESPECIAL,La fiesta mayor de Hollywood y la autocelebración de la industria norteamericana del cine cumplió la pasada madrugada su 61º aniversario con la entrega de los oscars en una ceremonia pensada para la televisión. Por primera vez en la historia, los soviéticos, que acaban de iniciar el entierro de Lenin con las elecciones del pasado domingo, pudieron ver en directo el mayor festival que produce el capitalismo. Más de 1.000 millones de personas -también en Pekín y en España; quien aguantase hasta las cuatro de la madrugada de hoy (hora de comienzo de la ceremonia) para ver si Almo...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

ENVIADO ESPECIAL,La fiesta mayor de Hollywood y la autocelebración de la industria norteamericana del cine cumplió la pasada madrugada su 61º aniversario con la entrega de los oscars en una ceremonia pensada para la televisión. Por primera vez en la historia, los soviéticos, que acaban de iniciar el entierro de Lenin con las elecciones del pasado domingo, pudieron ver en directo el mayor festival que produce el capitalismo. Más de 1.000 millones de personas -también en Pekín y en España; quien aguantase hasta las cuatro de la madrugada de hoy (hora de comienzo de la ceremonia) para ver si Almodóvar y sus Mujeres ... lograban el segundo oscar del cine español- fue la audiencia de la noche grande de Hollywood.

Más información

La cadena de televisión ABC tuvo los derechos exclusivos, que trató de recobrar cobrando 375.000 dólares por 30 segundos de publicidad, de la que vive realmente Hollywood, puso al alcance de los mortales de a pie, durante tres horas, a los monstruos del celuloide.Volvió a repetirse en una cálida noche de Los Ángeles el derroche de polvo de estrellas -las históricas de hace 40 años, pero también los hijos de las actuales celebridades y sus papás-, vestidos espectaculares en ellas -la apuesta era saber si Cher enseñaría más que el pasado año- y el desfile de limusinas. No quedó libre un solo catafalco ambulante. Mil llegaron al auditorio Shrine con el Gotha de Hollywood a bordo, alquiladas a 50 dólares la hora y un mínimo de 10 horas.Todo ello sumergido bajo cuatro millones de tulipanes traídos expresamente de Holanda para la ocasión. Y después de la ceremonia, las mil y una fiestas, donde los mitos de Hollywood enterraron sus penas por la estatuilla perdida o su alegría por el triunfo en centenares de botellas de champaña Moet Chandon en la cena baile oficial de la Academia que siguió a la entrega de los oscars. Y ya ha comenzado a hablarse de quiénes pueden ser los oscars del próximo año.

Discriminación

La atención, aunque equivocadamente desde España se pueda pensar lo contrario, no pasa en absoluto por la mejor película extranjera. La más conocida, Mujeres al borde del ataque de nervios, cuyo director, Pedro Almodóvar, ha sido comparado aquí con Fellini o con un Godard "con rostro humano", sigue siendo conocida únicamente en este país continental por un público muy reducido. Sólo se exhibe en 50 cines en todo Estados Unidos. Pero ha sido jaleada por los grandes medios de comunicación (New York Times, Los Angeles Times, Time y Newsweek), deseosos de encontrar un cineasta del resto del mundo que rompa el molde convencional.

Fueron las espléndidas Candice Bergen, que está ahora triunfando con un serie de televisión en la que hace de presentadora, y Jacqueline Bisset las encargadas de entregar la estatuilla a la mejor película extranjera al filo de las cinco de la madrugada. Almodóvar, que competía con otras cuatro obras, por orden de peligrosidad: Pelle el conquistador (danesa), Sallam Bombay (india), El profesor de música (belga) y Hannusen (húngaro-germana), había anianciado antes de la ceremonia que "mi vida seguirá igual" con o sin oscar.

Sólo le preocupaba, lo mismo que a su actriz preferida, Carmen Maura, la posibilidad de regresar a España con las manos vacías tras la expectación creada por una película de la que se habla tanto en la calle. Para comprender lo marginal de la película extranjera en este festival destinado a la promoción del cine norteamericano hay que saber que menos de un 10%, unos 300, de los 4.000 miembros de la Academia han votado a la mejor cinta extranjera. únicamente ese pequeño porcentaje se ha molestado en ver -requisito indispensable para juzgar- las cinco películas.

Según todos los pronósticos a la hora de transmitir esta crónica, tampoco este año habrá sor presas. De nuevo, el maldito Steven Spielberg se quedó sin Oscar de la Academia. Rain Man, de Barry Levinson, la historia del viaje de un autista y de su hermano por Estados Unidos, con ocho selecciones, tenía todas las bendiciones para dar la gran barrida similar a la del Último emperador el pasado año. Y el autista, dos horas con el cuello inclinado, Dustin Hoffman, parecía tener en ya la mano la estatuilla al mejor actor.

Amistades

El filme británico-norteamericano Las amistades peligrosas, un cínico y despiadado enredo de perversiones sexuales situado en la. Francia aristocrática anterior a la guillotina, con siete designaciones, y Working girl (Armas de mujer), una comedia situada en el corazón de Wall Street, fueron, sin olvidar a Mississippi Burning, una historia de los derechos civiles en el sur de EE UU en los años sesenta, las otras películas protagonistas de esta edición de los oscars.

Con Dustin Hoffman, actor de escuela neoyorquina y no excesivamente querido en los clanes de Hollywood, compitieron por la estatuilla dorada al mejor actor Gene Hackinan, por su trabajo en Mississipi Burning, Tom Hanks, Edward Olmos y Max Von Sydow.

El correspondiente a la mejor actriz, donde la incertidumbre era mayor, se lo disputaron Glenn Close, que el año pasado no lo consiguió por su trabajo en Atracción fatal, esta vez por su papel en Las amistades peligrosas; Jodie Foster, muchacha violada colectivamente en Los acusados; Melanie Griffith, hija de la que fue musa de Alfred Hitchcock Tippi Hedren, en su papel de secretaria ambiciosa en Armas de mujer; Sigourney Weawer, su jefa en la misma película, y la eterna gran dama del cine norteamericano Meryl Streep.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En