'Que viva, viva, la amistad.'
Quien conozca a Rabal sabe de sus dotes de generador de sesión continua del humor, de una especie de orgía de talante infantil, porque aturde y emborracha de lucidez y alegría de vivir. Paco (¿quién le ha llamado Francisco más de una vez, y eso por razones de "estado de excepción"?) lo canturrea todo; a un desconocido, en cuanto le echa el ojo encima, lo define con sus versos, a los que puede echarle una miaja de tono flamenco o de la nota que le convenga al objetivo de turno. Explica el actor que "esto viene de que soy muy observador y de la familia, que ya en Águilas hacía teatro para...
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Quien conozca a Rabal sabe de sus dotes de generador de sesión continua del humor, de una especie de orgía de talante infantil, porque aturde y emborracha de lucidez y alegría de vivir. Paco (¿quién le ha llamado Francisco más de una vez, y eso por razones de "estado de excepción"?) lo canturrea todo; a un desconocido, en cuanto le echa el ojo encima, lo define con sus versos, a los que puede echarle una miaja de tono flamenco o de la nota que le convenga al objetivo de turno. Explica el actor que "esto viene de que soy muy observador y de la familia, que ya en Águilas hacía teatro para divertirse; mi padre era un gran versificador y cantaba bien. Luego esto me acercó a toreros, flamencos, intelectuales, y he ido aprendiendo". Al rematar, anteayer, en su casa de Cercedilla nuestra charla, le rogué un poemilla espontáneo, y lo dictó de carrerilla: "Desde el mundo parisino/ hasta este viento serrano, otra vez al habla vino / con su pluma Feliciano / para saber lo que opino / del mundo y de la dela verdad, / del amor, la libertad, / de la muerte, de la vida,/ con conclusión repetida: que viva, viva, la amistad".Asi de seguido, "y limpio como los chorros del oro" esencia que él mentaba, en su era parisiense, cuando guisaba los guisos murcianos.