Cartas al director

La trastienda de la investigación

Hace tan sólo unos meses, el nuevo ministro de Educación, señor Solana, daba a conocer a la Prensa los planes para el próximo Plan Nacional de Ciencia. En su abultado presupuesto figuraba un apartado destinado al Plan de Formación del Personal Investigador, es decir, las becas con que supuestamente se ha de formar a los futuros cuadros docentes e investigadores de las instituciones educativas españolas. Pues bien, aun cuando es cierto que con el nuevo plan se incrementa el número de becas y su dotación, tras su aparente fachada se sigue ocultando la lamentable situación de quienes en este país...

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Hace tan sólo unos meses, el nuevo ministro de Educación, señor Solana, daba a conocer a la Prensa los planes para el próximo Plan Nacional de Ciencia. En su abultado presupuesto figuraba un apartado destinado al Plan de Formación del Personal Investigador, es decir, las becas con que supuestamente se ha de formar a los futuros cuadros docentes e investigadores de las instituciones educativas españolas. Pues bien, aun cuando es cierto que con el nuevo plan se incrementa el número de becas y su dotación, tras su aparente fachada se sigue ocultando la lamentable situación de quienes en este país deciden arriesgarse a desarrollar una carrera investigadora. Algo tan básico como el paso puntual de las becas concedidas y presupuestadas, de las que dependen los becarios en formación (a menudo, casados y con familia), sigue siendo una proeza inalcanzable para la Administración. En estos momentos, por poner un ejemplo, se nos está pagando con dos y hasta tres meses de retraso. Si ya Larra describió hace un siglo el valle de lágrimas que suponía escribir en España, igualmente se puede afirmar hoy que aventurarse a investigar a cargo de los Presupuestos del Estado es todo un desafio a las capacidades individuales de economización ante la incertidumbre del próximo ingreso, de dilación en el pago de los recibos y del arte del sablazo a amigos y familiares. Tan sólo quisiéramos saber finalmente si las hambrunas periódicas a que nos somete el Ministerio de Educación se deben a la indolencia y arbitrariedad de los responsables del tema o hay quizá que considerarlas como una incapacidad congénita más de la Administración española.- Francisco Colom González y 189 firmas más.

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