"La aventura es el comienzo"

Desde que se inventaron los ordenadores, Friedrich Dürrenmatt tiene un problema, y es posible que de ahí venga el encono que le hace decir "los ordenadores no son necesarios" sin que se le mueva un músculo. El problema es que él escribe de noche, desde las diez de la noche hasta las tres o las cuatro, y cuando se despierta, su secretaria ha pasado ya a limpio sus notas manuscritas gracias al procesador de textos que le regaló su astuto editor. El resultado es que se siente impelido a escribir más, pese a que ya no lo necesita. Además de su reputación como dramaturgo, los libros en prosa d...

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Desde que se inventaron los ordenadores, Friedrich Dürrenmatt tiene un problema, y es posible que de ahí venga el encono que le hace decir "los ordenadores no son necesarios" sin que se le mueva un músculo. El problema es que él escribe de noche, desde las diez de la noche hasta las tres o las cuatro, y cuando se despierta, su secretaria ha pasado ya a limpio sus notas manuscritas gracias al procesador de textos que le regaló su astuto editor. El resultado es que se siente impelido a escribir más, pese a que ya no lo necesita. Además de su reputación como dramaturgo, los libros en prosa del novelista, como Griego busca griega o Justicia, obtienen grandes éxitos en varios idiomas.Vive en Neuchatel, donde nació, lo que resulta muy práctico para quien, como él, necesita que el correo, el teléfono, los trenes y esas cosas funcionen. "Suiza es un lugar agradable para escribir pero en el fondo es aburrido. Es una máquina que funciona perfectamente, y al igual que las máquinas, es igual de cruel. No le recomendaría a nadie con poco dinero vivir allí. No siento ningún tipo de patriotismo, pero me gusta que funcione como un reloj. Ocurre que a un reloj no se le puede pedir justicia". También viaja con frecuencia a Munich, donde su segunda mujer es directora y dirige documentales con regularidad.

Lo que estaba escrito en el guión es que fuera pintor, de modo que cuando dijo que deseaba escribir, las personas responsables de su entorno, en la más clásica de las escenas, pensaron que estaba loco. Hoy en día pinta, e incluso alguna de sus técnicas intriga a los pintores. "Pero mi trabajo es escribir", se reafirma como si alguien lo pusiera aún en duda.

Tiene una considerable cantidad de manuscritos sin terminar, dice, y trabaja en ellos. Ése es su sistema: cuando se lanza con algo, se detiene y deja que madure la historia hasta que llega el momento de acabarla. "La gran aventura es el comienzo". No le asusta que la muerte le sorprenda con todas esas ideas inconclusas: "Lo mejor son los fragmentos".

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