Crítica:CINE

El amor sublima la fealdad

Ettore Scola, primero como guionista y después como realizador, ha logrado un lugar de privilegio dentro de la comedia italiana, lo que no impide que su preocupación por la denuncia social le lleve en ocasiones a elegir el drama como campo adecuado para cultivar su discurso crítico.En Pssione d'amore -cuya escueta y funcional puesta en escena se opone al barroquismo y preciosismo de los apasionados romances de época de Ophüls y Visconti- narra. inspirado libremente en la novela inconclusa de Iginio Ugo Fosca, una trágica historia de amor vivida en el siglo pasado por un apuesto oficial ...

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Ettore Scola, primero como guionista y después como realizador, ha logrado un lugar de privilegio dentro de la comedia italiana, lo que no impide que su preocupación por la denuncia social le lleve en ocasiones a elegir el drama como campo adecuado para cultivar su discurso crítico.En Pssione d'amore -cuya escueta y funcional puesta en escena se opone al barroquismo y preciosismo de los apasionados romances de época de Ophüls y Visconti- narra. inspirado libremente en la novela inconclusa de Iginio Ugo Fosca, una trágica historia de amor vivida en el siglo pasado por un apuesto oficial de cabailería y tina mujer de repugnante fealdad, y débil salud.

Scola, que comparte el guión con uno de sus más felices colaboradores, Ruggero Maccari, nos muestra su denuncia en el pasado, pero realizada en un presente donde la apariencia bella es necesaria para alcanzar el éxito.

Passiones d'amore

Dirección: Ettore Scola. Guión: Ruggero Maccari y Ettore Scola. Fotografía: Claudio Ragona. Música: Armando Trovajoli. Ítalo-francesa, 1980. Intérpretes: Bernardo Giraudeau, Valeria d'Obici, Laura Antonelli, Jean-Louis Trintignant. Estreno en Madrid, Cine Renoir (V. O.).

El romántico héroe de la película podrá derrotar la norma estética establecida mediante el sentimiento y llegar a enamorarse del amor que le profesa la atormentada heroína, pero su transgresión, acrecentada en su gravedad por realizarse en un entorno militar y machista y en una cultura que identifica belleza con bondad, cualidades que transportadas a la mujer servían para idealizarla, no será comprendida ni perdonada.

Con un ritmo pausado y medido, falsamente moroso, Scola demuestra su tino para filmar en interiores -cualidad que alcarizó el punto máximo en La familia- y consigue que recibamos el mensaje que transmite, más frío que apasionado, más propicio para la reflexión que para la emotividad, en esta obra nada despreciable de su filmografía.

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