LA LIDIA

La casta de Litri

La aficción y la casta del Litri son verdaderamente sorprendentes. Lo ha demostrado a lo largo de sus tres actuaciones en esta feria, pero de forma especialísima en el último toro de ayer tarde. Era el séptimo que mataba en las colombinas, y había obtenido numerosos trofeos. Sólo en la tarde ayer llevaba ya cuatro orejas y un rabo. Cuando se fue con la muleta hacia el centro le hubiera bastado haber puesto de manifiesto el peligro que encerraba el toro.Lo demostró a base de jugarse la vida, sacándole unos naturales merítimos, donde todo lo hacía el torero. No cejó en su empeño, hasta que el to...

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La aficción y la casta del Litri son verdaderamente sorprendentes. Lo ha demostrado a lo largo de sus tres actuaciones en esta feria, pero de forma especialísima en el último toro de ayer tarde. Era el séptimo que mataba en las colombinas, y había obtenido numerosos trofeos. Sólo en la tarde ayer llevaba ya cuatro orejas y un rabo. Cuando se fue con la muleta hacia el centro le hubiera bastado haber puesto de manifiesto el peligro que encerraba el toro.Lo demostró a base de jugarse la vida, sacándole unos naturales merítimos, donde todo lo hacía el torero. No cejó en su empeño, hasta que el toro le alcanzó, y afortunadamente, sólo le rompió la taleguilla. Sin mirarse, entró a matar más derecho que una vela. En los dos toros anteriores alcanzó un resonante triunfo, enardeciendo al público con su toreo heterodoxo y vibrante ante dos toros nobles y blandos toros.

González / Manzanares, Litri

Tres toros González Sánchez Dalp y tres de Manolo González de aceptable presentación, blandos y nobles, excepto el sexto, peligroso. José María Manzanares: silencio, oreja y dos orejas. Litri: dos orejas, dos orejas y rabo y ovación. Ambos salieron a hombros.Plaza de la Merced, 6 de agosto. Cuarta corrida de las fiestas colombinas.

Manzanares brilló con luz propia en la segunda serie de naturales al quinto toro, cargando la suerte, embarcándolo en la panza de la muleta, templando y rematando. En fin, toreando de verdad. En el resto de esa faena, y en la del tercero hubo ventaja y alivio por doquier. Su primero fue un manso al que sólo cabía matar, lo que hizo con brevedad.

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