UNA ESTRELLA DEL 'POP'

Michael Jackson, con burbujas

Nadie duda de que Michael Jackson, además de cantante y bailarín, es un astuto hombre de negocios. Compró los derechos de las canciones de los Beatles por 6.150 millones de pesetas, la misma cantidad que le paga Pepsi-Cola por asociar su imagen de marca al cantante durante tres años. La multinacional norteamericana ha subvencionado la compra de los Beatles a cambio del rostro de un ídolo de masas con gancho popular. Tras actuar en enero de este año en Japón, las ventas de Pepsi aumentaron un 50% en aquel país. Esta noche actúa en el estadio Vicente Calderón de Madrid.

Este contrato, sin...

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Nadie duda de que Michael Jackson, además de cantante y bailarín, es un astuto hombre de negocios. Compró los derechos de las canciones de los Beatles por 6.150 millones de pesetas, la misma cantidad que le paga Pepsi-Cola por asociar su imagen de marca al cantante durante tres años. La multinacional norteamericana ha subvencionado la compra de los Beatles a cambio del rostro de un ídolo de masas con gancho popular. Tras actuar en enero de este año en Japón, las ventas de Pepsi aumentaron un 50% en aquel país. Esta noche actúa en el estadio Vicente Calderón de Madrid.

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Este contrato, sin embargo, fue la causa de un percance que casi le cuesta la vida. Cuando en 1984 Michael Jackson grababa un anuncio para Pepsi-Cola con sus hermanos se quemó accidentalmente con las chispas de unos cartuchos de magnesio que se encendían a su espalda. A causa de esto, el cantante tuvo que se hospitalizado con diversas que maduras en el pelo y la nuca Afortunadamente, no se llegó a prender su traje, lo que podría in cluso haberle causado la muerteEn su libro autobiográfico, Moonwalk, Jackson saca algunas conclusiones sobre toda la publicidad que este triste episodio aportó para la empresa de refrescos. "Todavía recuerdo lo asustados que estaban los de Pepsi la noche del fuego. Pensaban que el hecho de que yo me hubiera que mado daría mal sabor de boca a todos los chicos americanos que bebieran Pepsi".

"Sabían que yo podía dernandarles, y nada me lo impedía, pero me mostré amable. Muy amable. Le dieron un millón y medio de dólares (unos M9 rilillones de pesetas), que yo Joné acto seguido al Centro de Quemados Michael Jackson".

"Ahora sabemos que el incidente generó mucha publicidad para el anuncio. Se vendió más Pepsi que nunca. Y después los de Pepsi me ofrecieron el contrato publicitario más fabuloso del mundo. Era tan fantástico que pasó al Libro Guiness de récords mundiales. Pepsi y yo trabajamos juntos en otro anuncio llamado The kid, y yo les di problemas al limitar mis planos porque me parecía que todos los planos que pedían no iban a resultar. Después el anuncio fue un éxito y me dijeron que yo tenía razón", escribe con modestia.

De esta transacción comercial, el público no se beneficia en nada. En los conciertos de Jackson, la bebida oficial es PepsiCola, aunque el cantante no la consuma y ni siquiera la incluya en su lista aprobada de bebidas sanas.

El contrato que une a multinacional y artista no representa una reducción en el precio de las entradas de los conciertos ni cual quier otro tipo de mecenazgo. El público se limita a escuchar hacinado, incómodo y acalorado. Cuando el calor aprieta, se agol pa ante el bar para consumir lo primero, y a veces lo único, que tiene a mano: Pepsi-Cola.

Como dice Santiago Auserón cantante de Radio Futura, el terreno que el público del rock ha conseguido tras muchos años de esfuerzos está siendo copado por firmas comerciales. que se limítan a rentabilizar al máximo el impacto que esta música tiene entre las generaciones más jóvenes. El consumidor potencial está asegurado, sin recibir como contr apre st ación otra cosa que mensajes publicitarios mezclados con la música.

En España son ya varias las empresas multinacionales que han firmado contratos con grupos pop españoles, que asocian su nombre al producto y se dejan ver danzando alrededor de una lata en vallas publicitarias y en la televisión.

Quedaron lejos los tiempos en que grupos como los Kinks se vieron obligados a cambiar una estrofa de su canción Lola por mencionar a otra multinacional del refresco, la Coca-Cola.

El fenómeno del rock como negocio de masas no ha hecho más que comenzar, y Michael Jackson ha sido uno de los primeros en apuntarse a la operación, al margen de los incalculables beneficios que el cantante puede obtener por los derechos de autor que generen en el futuro las canciones de los Beatles.

Por el momento se limita a recoger los royalties de las ventas de sus discos -especialmente interesantes tras la edición en compact disc de las canciones del cuarteto de Liverpool- y de la utilización de algunos temas para anuncios publicitarios, ante la indignación de Paul McCartney, colaborador de Jackson en algunas canciones.

A la espera está el proyecto de la realización de una comedia musical basada en música de los Beatles, que significará otra inyección de dólares en las saneadas arcas del cantante norteamericano.

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