Crítica:CINE

Suicidios provocados

Visiones, primer largometraje de Andrew Fleming, cuya anterior experiencia fueron los cortometrajes, los vídeos de rock y la publicidad, se anuncia como un thriller psicológico de terror. El suicidio colectivo de una secta mística da lugar al arranque argumental de la película, cuya protagonista, superviviente de! rimal religioso, tras un período de corna de 13 años en una clínica de neuropsiquiatría, participara en sesiones de terapia de grupo para recuperar su identidad.El pretexto de la amnesia posibilitará el recurso de los flash backs, y la aparición de nuevos ...

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Visiones, primer largometraje de Andrew Fleming, cuya anterior experiencia fueron los cortometrajes, los vídeos de rock y la publicidad, se anuncia como un thriller psicológico de terror. El suicidio colectivo de una secta mística da lugar al arranque argumental de la película, cuya protagonista, superviviente de! rimal religioso, tras un período de corna de 13 años en una clínica de neuropsiquiatría, participara en sesiones de terapia de grupo para recuperar su identidad.El pretexto de la amnesia posibilitará el recurso de los flash backs, y la aparición de nuevos suicidios entre los miembros del grupo de te-rapia potenciará la intriga argumental, estableciendo Fleming un paralelismo entre dicho grupo y la secta religiosa del pasado, en un intento de establecer un contraste entre la década actual y la de los setenta.

Visiones

Dlrección: Andrew Fleming. Guión: Andrew Flemming, Steven E. Souza. Estados Unidos, 1988. Intérpretes: Jennifer Rubín, Bruce Abbot, Richarc Lynch., Harris Yulin, Dean Cameron. Estreno en Madrid. Cines: Lope de Vega, Novedades, Aluche.

Así pasaremos del misticisnno a las alucinaciones, del entorno rural de la clinica, presentándonos como reflejo del carismático líder del pasado al director de la misma. El interés del planteamiento, que denuncia el poder de los que gobiernan y guían las mentes, se desinfla en el desarrollo de la realización, cuyo suspense terrorífico se apoya en la brusquedad de! montaje, en la presencia de la sangre y en escenas más propias para causar asco y rernunancía que terror, y, en su desenlace final, sin llegar a las últimas consecuencias de las posibilidades esbozadas, cae en el maniqueismo y el tópico.

El relato del propio Fleming que dio origen al guión se queda en apunte: prefiere la acción a lo reflexivo, y desperdicia su ingrediente más interesante.

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