Juan Echanove, el actor de moda del cine español

Madrileño, de 27 años, que afirma ser "tan vago como voluntarista", estrenará este año cuatro películas

Juan Echanove es el actor de moda del cine español. Madrileño, de 27 años, soltero, asegura que "más que estar de moda soy un actor novedoso". Pese a sus afimaciones, su aspecto de jovenzuelo gordito, algo gamberro y buena persona, es ya conocido por el gran público, aunque sus creaciones en cine, teatro o televisión han sido generalmente para dar cuerpo a personajes secundarios. Está tan de moda que el próximo año estrenará cuatro películas.

El trabajo de Juan Echanove, que dice ser tan vago como voluntarista, ha sido ya reconocido a través de varios premios. Antes de empezar a ser...

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Juan Echanove es el actor de moda del cine español. Madrileño, de 27 años, soltero, asegura que "más que estar de moda soy un actor novedoso". Pese a sus afimaciones, su aspecto de jovenzuelo gordito, algo gamberro y buena persona, es ya conocido por el gran público, aunque sus creaciones en cine, teatro o televisión han sido generalmente para dar cuerpo a personajes secundarios. Está tan de moda que el próximo año estrenará cuatro películas.

El trabajo de Juan Echanove, que dice ser tan vago como voluntarista, ha sido ya reconocido a través de varios premios. Antes de empezar a ser galardonado, el público había apreciado, ya la forma de actuar de este actor, tímido hasta ponerse enfermo si le miran en la calle. Aunque ha sido a través de la televisión (Turno de oficio) y del cine (El caso Almería, Tiempo de silencio, Adiós, pequeña, Divinas palabras), Echanove se siente especialmente a gusto en el teatro, y es en este medio sobre el que él mantiene sus mayores aspiraciones profesionales: interpretar obras de Chejov.Echanove es hijo de una familia de clase media en la que él es el pequeño de tres hermanos. Empezó su carrera de actor a los 18 años y la pasión fue tanta que no dudó en abandonar los libros en tercero de Derecho para dedicarse exclusivamente a la interpretación. Recuerda ahora entre risas y con cierto cariño que empezó en el Centro de Iniciación del Niño en las actividades teatrales. Allí trabajó con gente como Guillermo Marín y Fernando Delgado y se dio cuenta de que tenía que estudiar arte dramático. Hacía Derecho por la mañana y arte dramático por la tarde, y por la noche ensayaba Ivanov, de Cliejov, hasta las cuatro de la mañana. Para un vago voluntarista como él -"a mí lo que me gusta es :no hacer un carajo"-, el ritmo era excesivo y decidió dejar Derecho. "Aprendía a gran velocidad trabajando en las compañías de teatro y decidí dejar la Escuela de Arte Dramático porque yo iba más rápido que la escuela. Decidí romper con el oficialismo del estudio y estudiar en los camerinos".

Aprendizaje

De esta decisión no se ha arrepentido nunca, ni siquiera durante los duros años en que ha recorrido pueblos y ciudades españolas. Fue entonces también cuando empezó a sentir plenamente el oficio. "Aprendes a curtirte en las condiciones más adversas. Con la crítica más aparatosa en el patio de butacas, generalmente repleto de niños, ancianos y desocupados a los que no les importa nada lo que pasa en el escenario, tú tienes dos posibilidades de interpretar a Quevedo: por el puro placer de ver qué sienten las personas ante los sonetos de Quevedo o por el placer personal que tú mismo puedas sentir. Yo decidí entonces, y para siempre, quedarme con esta segunda posibilidad, aunque eso no suponga ni mucho menos trabajar al margen del público. Tengo mi opción tan clara que mido mi vida por rodajes o períodos de ensayo, no por estrenos o número de representaciones. Actuar es para mí un disfrute puramente personal. Yo, que me hice actor porque me parecía una manera estupendísima de vivir del cuento, resulta que he escogido una forma de trabajar que puede llegar a ser durísima".Estos criterios y esta forma de entender el traba o pueden haber sido los que despierten el interés de los directores y del público por el trabajo de este actor. Echanove asegura que cuando interpreta un personaje la transformación es tal que vive una auténtica esquizofrenia. Y no le importa en absoluto el ser habitualmente un actor de reparto. "Lo que me gusta es interpretar, sentir un personaje y ponerme delante de una cámara, porque ésta es implacable con el actor".

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