Ritos judíos de matrimonio y perdón, en el Museo Arqueológico de Madrid

La religión judía no requiere la confesión. Basta que el fiel se arrepienta de sus transgresiones contra la ley de Dios para que sus pecados le sean perdonados, a no ser que haya cometido faltas contra la humanidad,- en ese caso, el día de Yom Kipur o Día del Perdón ha de buscar a quien ha ofendido para pedirle que le absuelva. Así se explica en la exposición El ciclo W año judío, inaugurada ayer en Madrid en el Museo Arqueológico Nacional.

El recorrido ha sido organizado en torno a las principales festividades religiosas judías, de gran importancia en la cultura de este pueblo. Con obj...

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La religión judía no requiere la confesión. Basta que el fiel se arrepienta de sus transgresiones contra la ley de Dios para que sus pecados le sean perdonados, a no ser que haya cometido faltas contra la humanidad,- en ese caso, el día de Yom Kipur o Día del Perdón ha de buscar a quien ha ofendido para pedirle que le absuelva. Así se explica en la exposición El ciclo W año judío, inaugurada ayer en Madrid en el Museo Arqueológico Nacional.

El recorrido ha sido organizado en torno a las principales festividades religiosas judías, de gran importancia en la cultura de este pueblo. Con objetos aportados principalmente por la embajada de Israel, algunos particulares y el museo sefardí de Toledo, los organizadores recuerdan los principales preceptos de la religión judía.Sobre el matrimonio, por ejemplo, recuerdan que en el Talmud se dice que ningún hombre ha de quedar sin mujer, ni tampoco ninguna mujer sin esposo, a la vez que ilustran los principales ritos: el contrato (ketubá) en el que el marido se compromete a indemnizar a la mujer en caso de divorcio, o el vaso que se rompe al término del ceremonial en recuerdo de la destrucción del Antiguo Templo de Jerusalén. En los esponsales los invitados han de alegrar a los novios con música, danza y júbilo, por lo que no han de ser en shabat, el día santo de descanso semanal de los judíos.

Sólo en casos extraordinarios se pospone el entierro de un judío más allá de las 24 horas desde su fallecimiento, según los ritos funerarios de esta religión, que hacen hincapié en la necesidad de mantener la dignidad del fallecido; esa. es la razón, también, de que no se le pueda ver, pues no se considera honrosa la exhibición de un féretro abierto.

El dolor

En la hora de la muerte, los familiares más cercanos muestran su dolor desgarrando una prenda que lleven puesta. Durante siete días se sientan en banquillos bajos, no usan calzado de cuero, y los hombres no se afeitan. Cada día durante once meses, un hijo del difunto reza kadish, una antigua plegaria en arameo.

Se considera que a un varón judío le llega la hora de asumir sus responsabilidades religiosas sobre los 13 años. Es Bar Mitzvá y, en una ceremonia, se le permite leer la Torá a la comunidad. últimamente, también las niñas pueden tener su ceremonia.

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