No creérselo

Al día siguiente de entrar en la Academia, a los 40 años, Cela toreó con Dominguín en la finca del torero. Aunque había pasado lo suyo, lo que se suele llamar gloria literaria comenzaba a llegarle. Entonces se miró al espejo y tomó una resolución que ha mantenido hasta ahora: "Si te lo crees, te conviertes en un gilipollas". No parece habérselo creído: como sabe todo el que le haya seguido, Cela tiene una amabilidad recia que encuentra el posible diálogo en quien se le acerque.En la última votación para el premio Nobel de literatura que terminó ganando Brodsky, el poeta ruso, trascendió...

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Al día siguiente de entrar en la Academia, a los 40 años, Cela toreó con Dominguín en la finca del torero. Aunque había pasado lo suyo, lo que se suele llamar gloria literaria comenzaba a llegarle. Entonces se miró al espejo y tomó una resolución que ha mantenido hasta ahora: "Si te lo crees, te conviertes en un gilipollas". No parece habérselo creído: como sabe todo el que le haya seguido, Cela tiene una amabilidad recia que encuentra el posible diálogo en quien se le acerque.En la última votación para el premio Nobel de literatura que terminó ganando Brodsky, el poeta ruso, trascendió que la candidatura de Cela se había mantenido hasta el final. Él prefiere no hablar de ello. "Hay que tomarse lo de los premios con deportividad", dijo el escritor cuando le dieron el Príncipe de Asturias.

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A sus 71 años, Cela trabaja con la misma obsesión por no perder el tiempo que le ha permitido ir construyendo su obra extensa. No sale de su casa, sólo viaja, relee más que lee, escribe más que lee, pero se reserva las noches para cenar con sus amigos. Uno o dos cada vez.

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