Gerasimov, portavoz y poeta

El portavoz del Ministerio de Exteriores de la URSS, Guenadi Guerasimov, que gusta de ironizar y hacer juegos de palabras, sorprendió el domingo por la noche a los periodistas leyéndoles un poema rimado en inglés que el mismo había compuesto con ocasión de la visita del secretario nortearnencano George Shultz a Moscú.Ante los asombrados ojos de los corresponsales y del portavoz del departamento de Estado norteamericano Charles Redrnan, Guerasímov recitó con voz lenta pero segura la siguiente estrofa:

"Cuando las relaciones soviético-nortearnericanas / parecen haber perdidor algo de empu...

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El portavoz del Ministerio de Exteriores de la URSS, Guenadi Guerasimov, que gusta de ironizar y hacer juegos de palabras, sorprendió el domingo por la noche a los periodistas leyéndoles un poema rimado en inglés que el mismo había compuesto con ocasión de la visita del secretario nortearnencano George Shultz a Moscú.Ante los asombrados ojos de los corresponsales y del portavoz del departamento de Estado norteamericano Charles Redrnan, Guerasímov recitó con voz lenta pero segura la siguiente estrofa:

"Cuando las relaciones soviético-nortearnericanas / parecen haber perdidor algo de empuje/ o necesitan una tirón adicional, / entra en escena el equipo del secretario Shultz / un excelente instrumento negociador. / Nuestros ministros van al grano de la cuestión / sin perder tiempo /y las cosas comienzan a parecer más prometedoras / incluso para el anfitrión."

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El poema fue acogido con risas y aplausos, a diferencia de algunos de los mordaces comentarios del portavoz soviético en sus encuentros regulares con los corresponsales acreditados en Moscú. Uno de ellos, que había anunciado la celebración del pleno del Comité Central para una fecha finalmente no verificada, fue comparado recientemente por Guerasimov con el almirante Nelson quien, segun dijo, llegó a Egipto antes que su enemigo.

El detalle humano ayer por la tarde no lo pusieron ni los poernas ni las ironías de Guerasimov, sino el aspecto de cansados de Shultz y Shevardnadze, especialmente del primero. El rostro del secretario de Estado lucía profundas ojeras y su voz sonaba apagada y casi soñolienta mientras iba pasando revista a las conversaciones que le tuvieron reunido con Shevardnadze hasta la una de la madrugada del domingo al lunes. Pese a todo, Shultz había -encontrado tiempo para visitar al matrimonio Sajarov y reunirse con soviéticos a los que se les niega el permiso para emigrar y con intelectuales.

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