El año de la moratoria

Si en 1986 México fue el gran protagonista de la deuda externa, en 1987, Brasil acaparé toda la atención. El Gobierno brasileño se enfrentó, al comenzar el pasado año, con una realidad: los bancos privados, capitaneados por John Reed, el presidente de Citicorp, se mostraban cada vez más reticentes a conceder nuevos préstamos y reprogramar la deuda.

A todo esto, Brasil necesitaba nueva financiación. Sus reservas habían bajado espectacularmente, el famoso Plan Cruzado había fracasado y, por si fuera poco, el Gobierno de José Sarney había roto relaciones con el Fondo Monetario Internac...

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Si en 1986 México fue el gran protagonista de la deuda externa, en 1987, Brasil acaparé toda la atención. El Gobierno brasileño se enfrentó, al comenzar el pasado año, con una realidad: los bancos privados, capitaneados por John Reed, el presidente de Citicorp, se mostraban cada vez más reticentes a conceder nuevos préstamos y reprogramar la deuda.

A todo esto, Brasil necesitaba nueva financiación. Sus reservas habían bajado espectacularmente, el famoso Plan Cruzado había fracasado y, por si fuera poco, el Gobierno de José Sarney había roto relaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Aconsejado por su ministro de Finanzas de entonces, Dilson Funaro, el presidente brasileño declaró la moratoria. Y esta suspensión de pagos, que había sido precedida por una moratoria un¡lateral de Ecuador, se convirtió, de la noche a la mañana, en la principal herramienta de negociación con la banca.

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Al ver que los brasileños se negaban a seguir pagando, los bancos intentaron impedir que a sus vecinos latinos se les ocurriera algo similar. Se produjo una reacción en cadena. Nuevos acuerdos de reprogramación fueron firmados en varios países.

Toda una cadena

Argentina, en el mes de abril reprogramó el saldo total de la deuda de medio y largo plazo con la banca internacional (29.500 millones de dólares), y se otorgaron nuevos fondos por 2.000 millones. Una buena alternativa del programa era la posibilidad de que los bancos pequeños, no dispuestos a otorgar nueva financiación, compraran bonos de salida (exit bonds) del Gobierno argentino, con un vencimiento a 25 años y una tasa de interés del 3%.

Chile completó la reprogramación de algo más de 12.000 millones de dólares, con un recargo medio del 1 % y un plazo de 15 años. Venezuela, que había encontrado una fuerte oposición a su propuesta de enmendar el acuerdo suscrito en 1986, anunció un nuevo compromiso pocos .días después de que Brasil declarara su moratoria. En noviembre, Uruguay logró la reprogramación de 1.800 millones de dólares. Y Perú, que ha ido por libre desde 1985, extendió su principio de pagar la deuda en especie.

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