El gran arte del violonchelista Lluís Claret

Sustituido el director Maximiano Valdés por el brasileiro Isaac Karabtchewki, la Orquesta Nacional de España mantuvo íntegra la primera parte del programa anunciado -con composiciones de Villalobos y Shostakovich- y reemplazó la Primera sinfonía de Sibelius por la Quinta de Chaikovski.Fue solista del Primer con cierto para violonchelo de Shostakovich (estrenado en Leningrado el año 1959 por Rostroprovich) Lluís Claret, nombre grande en la historia internacional del violonchelo. A través de un sentimiento pesimista que oscurece la expresión de toda la página, la obra eviden...

Sustituido el director Maximiano Valdés por el brasileiro Isaac Karabtchewki, la Orquesta Nacional de España mantuvo íntegra la primera parte del programa anunciado -con composiciones de Villalobos y Shostakovich- y reemplazó la Primera sinfonía de Sibelius por la Quinta de Chaikovski.Fue solista del Primer con cierto para violonchelo de Shostakovich (estrenado en Leningrado el año 1959 por Rostroprovich) Lluís Claret, nombre grande en la historia internacional del violonchelo. A través de un sentimiento pesimista que oscurece la expresión de toda la página, la obra evidencia una traza noble, un intenso lirismo, un humanismo auténtico, así como una arquitectura firme y equilibrada.

En todos los aspectos triunfó el violonchelista Claret gracias a su precioso sonido, su técnica irreprochable y una rectitud de criterio propia de un maestro. Tanto el director, Karabtchewki, como la Orquesta Nacional colaboraron con brillantez en este éxito.

Antes, el mundo imaginativo de Villalobos en la Bachiana brasileira número 2 justificó plenamente la célebre frase del músico cuando le preguntaron, "¿qué es el folclor?" y aseguró sin titubear: "El folclor soy yo".

Sustancialidad 'brasileira'

Escrita en 1930 y estrenada en el Festival de Venecia cuatro años después, a lo largo de los cuatro movimientos muestra su sustancialidad brasileira, su folclorismo imaginario. Desde el Canto de Capadocio (tipo popular del Río de fin de siglo) a la deliciosa estampa del Pequeño tren de Caipira, graciosa y colorista, el curso de la Bachiana resulta irresistible, sobre todo si se expone con tan exacta comprensión como la lucida por Karabtchewki, titular de la Sinfónica brasileña.Maestro y orquesta se hicieron ovacionar en una tensa y brillante versión de la Quinta sinfonía de Chaikovski, pero los más entusiastas aplausos habían sido para Lluís Claret por su interpretación de Shostakovich.