Crítica:TEATRO

Pobre Terencio

Hacía tiempo que no se veía una de suegras. Hasta hace 30 o 40 años eran un infalible recurso que empleaban desde los premios Nobel hasta los autores del montón. Carlos Balesteros justifica este regreso al polvoriento personaje apelando a Terencio -¡pobre Terencio!-, que, efectivamente, escribió La suegra -Hecyra-. Fracasó en sus dos primeros intentos -se fue el público a medias- y al final -cerca del año 160- lo consiguió. Terencio fue considerado como dueño de un singular aticismo -de Atenas; sus obras reproducían la inspiración griega y el ingenio que se atribuía a los áticos, la ...

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Hacía tiempo que no se veía una de suegras. Hasta hace 30 o 40 años eran un infalible recurso que empleaban desde los premios Nobel hasta los autores del montón. Carlos Balesteros justifica este regreso al polvoriento personaje apelando a Terencio -¡pobre Terencio!-, que, efectivamente, escribió La suegra -Hecyra-. Fracasó en sus dos primeros intentos -se fue el público a medias- y al final -cerca del año 160- lo consiguió. Terencio fue considerado como dueño de un singular aticismo -de Atenas; sus obras reproducían la inspiración griega y el ingenio que se atribuía a los áticos, la sal ática-, una elegancia de estilo, una finura en la creación de caracteres de forma que se diferenciasen claramente unos de otros -dos personas en la misma comedia que, en idénticas circunstancias, se comportaban de manera distinta; "quam utercos simili sui!", decía (cómo cada uno es parecido a sí mismo)- y presumía de un excelente latín, que nunca quiso manchar con palabras soeces ni situaciones groseras, aunque sus fondos fueran licenciosos.Palabras soeces y situaciones groseras son la mayor carga de esta refundición, juegos de palabras de doble sentido -y a veces de sentido único, el peor- con aire de vodevil e incluso de antigua revista del Martín. Algo más tiene Carlos Ballesteros: un sentido del humor de la cepa de La Codorniz, a cuya creación contribuyó, y que aquí se mezcla con el chiste. Se capta su vuelo, aunque generalmente retarde el diálogo y la acción. Hay a quien todo esto le gusta, hay quienes se ríen. Tiene la obrilla esos valores, y ya es bastante. Si se despega de lo que se llama Centro Cultural y podría ir más fácilmente a un cabaré, es una cuestión de estos tiempos y de los frecuentes equívocos sobre los nombres clásicos.

¡Oh

.. qué buenas son las suegras!De Terencio. Versión de Carlos Ballesteros. Intérpretes: Alicia Tomás, María Casal, Isabel Escaño, Miguel Ayones, María Amparo Soto, Antonio Iranzo, Carlos Ballesteros. Decorado: Carlos Borge. Vestuario: Antonio Muñoz. Dirección: Carlos Ballesteros. Estreno: Centro Cultural de la Villa de Madrid.

Los intérpretes trabajan con arreglo al viejo género, dirigidos por Carlos Ballesteros -que hace también un papel- por ese camino de la palabra alta y la frase muy colocada de cara al público. Para la joven María Casal puede ser una excelente escuela cuando se olvide de ella; para los demás, un regresa temporal al pasado, que cumplen según las reglas del oficio.

Pobre Terencio... Cuentan que murió de pena (hay otras versiones) cuando supo que sus manuscritos se perdieron en un naufragio. Si se hubiese perdido también el de Hecyra se habría evitado este bochorno y el ver cómo una vez más, dos mil y pico años después, algunos espectadores se iban -el sábado- a mitad de la comedia. Seguramente eran latinistas.

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