Cuando la obesidad es un peligro

La residencia de Badalona crea la primera unidad de trastornos de la alimentación de España

El hospital Germans Trias i Pujol de Badalona, más conocido como residencia de Can Ruti, ha puesto en funcionamiento una unidad de trastornos de la alimentación, la primera de estas características que funciona en la red de hospitales públicos de la Seguridad Social. En esta unidad, adscrita al servicio de medicina interna, se tratarán aquellas obesidades que constituyan un peligro para la salud y las patologías relacionadas con la alimentación, como las anorexias (falta de apetito y rechazo de los alimentos) y las bulimias nerviosas (ataques de hambre). Los principales expertos nacionales y e...

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El hospital Germans Trias i Pujol de Badalona, más conocido como residencia de Can Ruti, ha puesto en funcionamiento una unidad de trastornos de la alimentación, la primera de estas características que funciona en la red de hospitales públicos de la Seguridad Social. En esta unidad, adscrita al servicio de medicina interna, se tratarán aquellas obesidades que constituyan un peligro para la salud y las patologías relacionadas con la alimentación, como las anorexias (falta de apetito y rechazo de los alimentos) y las bulimias nerviosas (ataques de hambre). Los principales expertos nacionales y extranjeros en trastornos de la alimentación se reunirán en un simposio en el citado hospital los próximos 7, 8 y 9 de octubre.

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La gordura puede ser motivo de desazón para algunas personas por razones estéticas, pero en otras ocasiones, la obesidad constituye además un serio factor de riesgo para la salud. Son las denominadas obesidades mórbidas. Según el doctor Xavier Formiguera, coordinador de la nueva unidad, la obesidad es un término relativo, pero médicamente se considera obesa aquella persona cuyo peso dividido por la estatura al cuadrado da más de 25. Otra forma de determinar la obesidad es medir la masa grasa mediante un lipocalibre, que es un aparato en forma de pinza que mide el grosor de los pliegues.La oferta de este nuevo servicio sanitario puede comportar poner en términos médicos un prciblema que muchas veces lo es más por razones estéticas que estrictamente sanitarias. El doctor Formiguera considera que éste es un riesgo que la nueva unidad tratará de conjurar por todos los medios: "Aquí sólo atenderemos las obesidades mórbidas y las grandes obesidades, y lo haremos desde un enfoque multidisciplinario, porque en la mayoría de los casos, la causa es también multifactorial". Por esta razón, en la nueva unidad intervienen los servicios de Medicina Interna,, Endocrinología, Cirugía y Psiquiatría.

Hay casos en que la obesidad puede agravar el curso de enfermedades graves. Se calcula, por ejemplo, según el doctor Formiguera, que el 80% de los enfermos de diabetes del tipo 2 son obesos, y se ha demostrado que si consiguen reducir su peso, mejoran de la diabetes. También en el caso de las hipertensiones la obesidad es un riesgo adicional, y si se reduce el peso, baja también la tensión. El escritor británico Charles Dickens definió tan magistralmente en Los documentos póstumos del club Pickwick uno de los efectos patológicos de la obesidad, que la dolencia es conocida ahora como el síndrome de Pickwick. El típico personaje obeso, afable, de cara enrojecida, que se duerme en todas partes y ronca con estrépito, descrito por Dickens, puede ser un enfermo grave que precisa de tratamiento médico.

Ahogos nocturnos

"En este caso", explica el doctor Formiguera, "la obesidad está asociada a un trastorno respiratorio que puede producir paradas respiratorias nocturnas de hasta un minuto y medio de duración. Cuando el sueño llega a la fase de rem (sueño profundo), la lengua se relaja de tal modo que cae hacia atrás y obtura la tráquea. La acumulación de anhídrido carbónico acaba por despertar al enfermo, que al reaccionar hace un ronquido impresionante. Si pierde peso, deja de sufrir las paradas respiratorias".

Estas personas descansan muy poco y mal por la noche, por eso dormitan durante el día, hecho que puede tener consecuencias graves en determinadas profesiones que requieren una atención especial.

La litiasis biliar (piedras en el hígado) tiene mayor incidencia en las personas obesas que en las que no tienen sobrepeso, y la artereoescleroris es más peligrosa si se acompaña de sobrepeso. También en las artrosis severas tiene repercusión la obesidad, hasta el punto de que normalmente los cirujanos ortopédicos no colocan prótesis en las caderas de los obesos, porque fracasarían.

Existen grandes lagunas en el conocimiento sobre el origen de la obesidad. En la mayoría de los casos la causa es de tipo psicológico, genético o social. En muy pocas ocasiones puede determinarse una causa orgánica única, al menos conocida. Se sabe, por ejemplo, que una causa orgánica es el hipertiroidismo y que la hiperfunción de las glándulas suprarrenales provoca el llamado síndrome de Cushing, debido a un exceso de producción de corticoides.

Las personas que padecen este síndrome se caracterizan por una anormal redondez de la cara -cara de luna llena- y un marcado hirsutismo. La obesidad se concentra en este caso en el tronco, por lo que son personas muy gordas, pero con brazos y piernas delgados. En los casos extremos, el cuerpo puede quedar marcado por grandes estrías de color rojizo.

A veces, el exceso de corticoides se debe a causas externas, por ejemplo, a la medicación que combate el asma. Las elevadas dosis de corticoides que se utilizan en determinados tratamientos de fertilización pueden alterar el equilibrio orgánico de la mujer y provocar una obesidad e incluso una gran obesidad. Se ha dicho que un niño gordo a los dos años, será un adulto gordo a los 30. La cuestión lleva implícita una polémica profesional todavía no del todo esclarecida.

Tal afirmación se apoya en el hecho de que, según una teoría no suficientemente demostrada, las células adiposas, que son aquellas capaces de albergar la grasa, son variables hasta los dos años, es decir, que según la dieta alimentaria, se desarrollarán mayor o menor cantidad de estas células. "En cualquier caso, la hiperalimentación de los bebés no es en absoluto aconsejable", concluye el doctor Formiguera.

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