Reportaje:

Jordi Pons Sala

Un invidente, autor de una tesis doctoral 'cum laude'

Jordi Pons Salas, un invidente de 37 años de edad nacido en Barcelona, obtuvo el pasado mes de junio la calificación de cum laude para la tesis doctoral que realizó bajo el título Aproximación a la Cataluña romana del Alto Imperio. Este doctor en Historia Antigua confiesa que, a pesar de la satisfacción de haber conseguido esta calificación, "resulta psicológicamente muy duro no poder leer personalmente tantos años de trabajo" y tener que recurrir a los amigos para consultar las líneas que he redactado".

Jordi Pons pasó unos primeros años de escolarización con graves deficiencias visual...

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Jordi Pons Salas, un invidente de 37 años de edad nacido en Barcelona, obtuvo el pasado mes de junio la calificación de cum laude para la tesis doctoral que realizó bajo el título Aproximación a la Cataluña romana del Alto Imperio. Este doctor en Historia Antigua confiesa que, a pesar de la satisfacción de haber conseguido esta calificación, "resulta psicológicamente muy duro no poder leer personalmente tantos años de trabajo" y tener que recurrir a los amigos para consultar las líneas que he redactado".

Jordi Pons pasó unos primeros años de escolarización con graves deficiencias visuales y, al quedar totalmente ciego, sus padres se vieron obligados a trasladarle a un centro para invidentes. Tras cuatro años de permanencia allí, decidió reingresar en su antigua escuela a pesar del escepticismo de los profesores. "Esto ocurría en 1964, cuando este tipo de experiencias no eran habituales. Pero el hecho de que el colegio me admitiera de nuevo y el apoyo incondicional de mis padres me sirvió de motor para, al finalizar el bachillerato, tener ánimos de ingresar en la Universidad", explica.Sus primeras experiencias en la facultad de Historia de la Universidad de Barcelona (UB) están cargadas de anécdotas, comenta. "Solía sentarme con mi pauta de escritura Braille apoyada en las piernas, mientras con el punzón imprimía las explicaciones del profesor", recuerda mientras hace una demostración. El ritmo trepidante con que marcaba las pautas hacía pensar a los profesores que tenían un alumno nervioso en clase golpeando con el bolígrafo en el pupitre. "Era un incidente que se repetía cada inicio de curso", explica Pons, "y que finalizaba con una aclaración por mi parte".

Pons afirma que existe una gran dificultad por parte de las personas videntes para comprender la manera de percibir el mundo de los ciegos. "Durante mi etapa universitaria solía viajar a menudo al extranjero, y en algunas ocasiones lo hice incluso en autoestop. Al regresar de las vacaciones comentaba con mis amigos los paisajes. Ésto les chocaba mucho, pues no conseguían entender mi manera de captar -o de ver- las cosas.

Los responsables de la facultad no le permitieron seguir la especialidad de historia antigua porque consideraban que su incapacidad visual le impediría asistir con normalidad a las clases. "La arqueología pesaba mucho entonces sobre el estudio de la antigüedad", analiza, "y por este motivo tuve que seguir mi licenciatura en historia moderna, aunque intenté matricularme del máximo de asignaturas optativas relacionadas con Historia antigua". Jordi fue adquiriendo especial interés por la epigrafía -estudio de las inscripciones sobre materiales sólidos-, la ciencia en la que ha basado su tesis doctoral. "El estudio del mundo romano suele realizarse a través de los restos arqueológicos, mientras que mi aportación ha sido fundamentarme principalmente en los textos escritos de la época".

Actualmente Jordi Pons trabaja como bibliotecario de la Organización Nacional de Ciegos (ONCE) y posee una amplia colección de libros de historia. "Pero debo recurrir a los amigos para poder consultarlos, a pesar de que sé dónde está cada uno de ellos. Este hecho me crea una gran sensación de impotencia", explica este doctor por la UB.

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