Crítica:TEATRO

Otra vez sera

En el programa de mano se nos informa que Bye, bye, Beethoven es un espectáculo "basado en el personaje de Laetius". Efectiva mente; en 1980 Boadella (o Els Joglars, que es decir lo mismo) estrenó un montaje, Laetius, en el que nos mostraba un tipo de vida posnuclear, posterior a un holocausto nuclear, protagoni zado por una curiosa criatura llamada Laetius. Una criatura autosuficiente y escatófaga, es decir, que se alimenta de sus propios excrementos, con una reproducción parecida a la del mejillón, externa y sin copulación, y cuyas hembras, al igual que la mantis, matan ...

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En el programa de mano se nos informa que Bye, bye, Beethoven es un espectáculo "basado en el personaje de Laetius". Efectiva mente; en 1980 Boadella (o Els Joglars, que es decir lo mismo) estrenó un montaje, Laetius, en el que nos mostraba un tipo de vida posnuclear, posterior a un holocausto nuclear, protagoni zado por una curiosa criatura llamada Laetius. Una criatura autosuficiente y escatófaga, es decir, que se alimenta de sus propios excrementos, con una reproducción parecida a la del mejillón, externa y sin copulación, y cuyas hembras, al igual que la mantis, matan al macho durante el "apareamiento". Crueldad que parece ser hereditaria, pues los hijos sanos suelen dar muerte a la madre, nada más nacer, por "razones demográficas".En 1980, Laetius, la curiosa criatura desaparecía del escenario de la misma manera que se había asomado al mismo: llegado un momento de su evolución -personalizada por el miriñaque y la música cortesana que daba cuerda a aquella extrafla peonza-, oíamos una gran explosión que barría las criaturas del escenario, dando así por concluido el espectáculo.

Bye, bye, Beethoven

Albert Boadella. Intérpretes: Jesús Agelet, Quico Amorós, Clara del Ruste Ramón Fotseré, Santi Ibáñez, Montse Pérez, Jordi Purtí, Pilar Sáenz y Xevi War. Escenografía y vestuario: Josep M. Ibáñez Dino y Xavier Bulbena. Dirección: Albert Boadella. Palma de Mallorca, Teatro Principal, 8 de septiembre.

En Bye, bye Beethoven ocurre otro tanto: idénticas criaturas, los mismos miriñaques, la misma música (Beethoven) y el mismo estruendo final. No cabe pues afirmar que el espectáculo se basa en el personaje de Laetius; hay que decir más bien que resucita, con idéntica pinta, con idéntica vestimenta, con idénticos gestos, prótesis y máscaras, una historia sustancialmente idéntica a la de 1980. Lo que ocurre es que la resurrección de Laetius se produce seiwida dentro de un nuevo envoltorio.

'Operación Paraíso'

Este envoltorio es un supuesto informe que el ejército soviético ofrece a su estado mayor (el público) sobre la denominada "operación Paraiso", llevada a cabo en un campo de experimentación. Miembros del ejército soviético, debidamente asesorados por profesores de las escuelas dramáticas de Odesa, Kiev y Leningrado, representan, pues, ante el público el comportamiento, las mutaciones sociales producidas en aquel grupo de cobayas humanos sometidos a la denominada operación Paraíso. Teatro pues, dentro del teatro. Durante la primera parte de la operación, previa al descalabro atómico, Boadella hace realizar a sus actores algunos brillantes ejercicios de aquello que años atrás estuvo tan de moda en los colegios de la progresía y que se denominó, y sigue denominándose, expresión corporal; ejercicios relacionados con lo que el relator de la operación Paraíso denomina "la alteración frénica" en su fase terminal (la cual se agiliza con la música de Beethoven).También cabe mencionar la aparición de unos denominados niños-chip que se cargan a sus padres con la ayuda de sus ordenadores para luego terminar autodestruyéndose a si mismos. Y cuando Boadella juzga convenientes que la ración de telele frénico, de ordenadores de la quinta o sexta generación, versión Mariquita Pérez, y de repelentes niños Vicente soviéticos ya no da más de sí, echa mano del genial sordo y, compás tras compás, acaba por montar en el escenario un chernobylazo de no te menees. Y así, sin entreacto alguno, pasamos a la aparición de Laetius, presentado dentro de la operación Paraíso, relatada por unos oficiales del ejército soviético y representada, como la parte anterior, por miembros de dicho ejército, los cuales, terminada la función serán festejados y debidamente condecorados por sus superiores a los acordes del himno de la URSS.

Me da la impresión que Boadella se ha tomado ese Bye, bye, Beethoven como un divertimento idóneo para ser mostrado fuera de España, donde Pujol y las vírgenes autonómicas no despiertan, compren siblemente, demasiada expectación.

Gira europea

Ese juguete pseudocientífico, con su pizca de crueldad y de ironía, elaborado a base de secuencias cínematográficas, se presta, y más después de lo de Chernobyl, a ser consumido por un público germánico o anglosajón (Boadella tiene prevista una gira, europea de cinco meses con, este espectáculo) que desconozca el anterior montaje de Laetius. Consumido y religiosarriente aplaudido.En cuanto a un sector del público español, un público inteligente y que haya seguido con atención y simpatía la carrera de Boadefia, mucho me temo que este Bye, bye, Beethoven, al margen de su brillantez, de su pericia actoral y del buen acabado de su presentación escénica, va a saberle a poco. Puestos a resucitar a Laetius, cabía esperar un envoltorio más atrayente, más rico (la primera parte logra hacerse pesada por momentos), y una imágenes un tanto más novedosas. Otra vez será.

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