Crítica:DANZA

Ingredientes de refresco

El Ballet Contemporáneo de Bruselas ha presentado esta vez un programa que, a pesar de los cambios e imprevistos y de ciertas deficiencias técnicas en luces y sonido, tiene más calidad y posee una cohesión que no tenía el anterior. Carmen Larumbe tiene una concepción personal del baile que a veces resulta eficaz, pero que en otras se desmarca de una tensión necesaria en todo espectáculo de baile. Su versión de El amor brujo tiene cosas positivas: es coherente, nada pretenciosa, y se aleja del tópico seudo-folclórico, incluyendo incluso una pausa de sonido electroacústico.

Sigue ...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

El Ballet Contemporáneo de Bruselas ha presentado esta vez un programa que, a pesar de los cambios e imprevistos y de ciertas deficiencias técnicas en luces y sonido, tiene más calidad y posee una cohesión que no tenía el anterior. Carmen Larumbe tiene una concepción personal del baile que a veces resulta eficaz, pero que en otras se desmarca de una tensión necesaria en todo espectáculo de baile. Su versión de El amor brujo tiene cosas positivas: es coherente, nada pretenciosa, y se aleja del tópico seudo-folclórico, incluyendo incluso una pausa de sonido electroacústico.

Sigue destacando como protagonista Juan de Torres, que tiene un baile seguro y con momentos de espectacularidad técnica.

Ballet contemporáneo de Bruselas

El amor brujo: Manuel de Falla/ Larumbe; Daron Dance: Steve Eliovson / Larumbe; Chanson de Brel: Jacques Brel/Larumbe. Cuartel del Conde Duque. Madrid, 25 de agosto.

Peculiaridades gestuales

Daron Dance es lo mejor del programa. Son dos pasos a dos enlazados por el vestuario y el apoyo sonoro. Su estructura consiste en relacionar actitudes idénticas que adquieren tonos diferenciados, ya sean interpretados por el hombre, ya sean interpretados por la mujer. Sus cuatro intérpretes han entrado de lleno en la peculiaridad gestual de Larumbe, sacándole partido a un acento ciertamente menor, pero de buenos ingredientes líricos. La noche se cierra con Chanson de Brel, una pieza que, a pesar de tener algunos años, muestra a una coreógrafa imaginativa, dueña de sus recursos. Las canciones sirven de vehículo conductor a un concepto coreográfico avanzado no exento de teatralidad. Es un baile ligero y con humor al que no falta profundidad en el concepto. Pero la noche no ha sido redonda por la técnica accesoria y por ciertos rigores de danza donde el menor fallo se hace notorio.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En