Las prostitutas de Manresa reaccionan indignadas ante la propuesta del alcalde de agruparlas en un único burdel

La propuesta del alcalde nacionalista de Manresa (Barcelona), Juli Sanclimens, de promover un burdel como solución a los problemas sanitarios y de seguridad derivados de la prostitución callejera, ha sido calificada por las afectadas como "una guarrada de las grandes". Las aproximadamente 30 prostitutas que operan en el casco antiguo de la localidad coinciden en afirmar que las declaraciones del alcalde señalando que la mayoría son portadoras del virus del SIDA son una "calumnia". "Tomaremos medidas, porque, con sus mentiras, el alcalde nos ha dejado sin trabajo", agregan.

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La propuesta del alcalde nacionalista de Manresa (Barcelona), Juli Sanclimens, de promover un burdel como solución a los problemas sanitarios y de seguridad derivados de la prostitución callejera, ha sido calificada por las afectadas como "una guarrada de las grandes". Las aproximadamente 30 prostitutas que operan en el casco antiguo de la localidad coinciden en afirmar que las declaraciones del alcalde señalando que la mayoría son portadoras del virus del SIDA son una "calumnia". "Tomaremos medidas, porque, con sus mentiras, el alcalde nos ha dejado sin trabajo", agregan.

"¿Usted ha visto el SIDA por aquí?", constesta el camarero que atiende la barra en el bar Málaga a un desconfiado cliente. "Alguna de las chicas tiene la cara amarilla", insiste sin esperar la respuesta. "El SIDA se ve enseguida", aclara, "porque a las personas que lo tienen se les pone la cara amarilla y, como usted y cualquiera puede comprobar, las chicas están como rosas", proclama."De SIDA, nada", aprueban la docena de prostitutas que rodean al camarero. "Si el alcalde quiere comprobarlo, que nos reúna y se lo diremos a la cara, muy cerquita", subraya una meretriz de 32 años, que afirma ser la más veterana de Manresa.

"Yo no dije que tuvieran el SIDA", se defiende Sanclimens, sorprendido por el eco que sus manifestaciones han tenido en los medios de comunicación. "Me limité a comentar que, según me habían informado en el hospital, la mayoría de las prostitutas de la ciudad son portadoras del virus; no que padezcan la enfermedad", señala a este diario.

Efecto fulminante

Las declaraciones del alcalde han tenido un efecto fulminante: "Ahora no nos comemos un rosco", afirma la treintañera, cuyas manifestaciones obtienen invariablemente la aprobación de sus colegas. "Vamos al médico cada mes, unas aquí, en Manresa, y otras a Barcelona, y todas tenemos nuestro certificado para acreditar que estamos bien", afirma. "Y, con los clientes, siempre tomamos precauciones", asegura, y extiende sobre el mostrador incontables preservativos que extrae de su bolso. "El alcalde les ha quitado el pan a nuestros hijos y eso no puede quedar así; tendremos que hacer algo", concluye sin llegar a concretar.En la industriosa ciudad de Manresa, gobernada por los socialistas hasta las pasadas elecciones, la propuesta del alcalde convergente no ha merecido grandes comentarios. "Coincido plenamente con el alcalde cuando dice que las prostitutas deben ser controladas desde el punto de vista sanitario", comenta Agustí Cler, presidente de la asociación local de comerciantes. "De todas formas, no sé si un burdel es la mejor solución. De hecho, al menos desde el punto de vista comercial, donde están ahora no perjudican demasiado ya que en las calles donde trabajan no hay tiendas", concluye.

"Nosotros no queremos entrar en una eventual polémica sobre si la instalación de un burdel es o no la mejor solución" explica Montserrat Margarit, vicepresidenta de la asociación de vecinos del casco antiguo. "Existe un problema de orden público y es el Ayuntamiento el que debe resolverlo. Si lo hace montando un burdel o de otra forma, no nos importa", agrega. Para los vecinos, el problema no reside en la actividad de las prostitutas, sino en las circunstancias que han permitido su presencia en la zona. "Si se llevara a cabo una buena política de rehabilitación del barrio, las personas que han vivido siempre aquí no se marcharían y las prostitutas no tendrían lugar para instalarse", explica Margarit.

"Desde el punto de vista moral, la prostitución es algo personal y, en el barrio, tampoco constituye un escándalo", opina Jaume Franquesa, párroco de Santa Maria de la Seu. "Es un tema con el que no debemos rompemos la cabeza, ya que la prostitución ha existido siempre y seguirá existiendo. No obstante, si afecta al orden público, la autoridad debe regularla. El cómo debe hacerlo es otra cuestión en la que no deseo entrar", argumenta.

"Lo del burdel es sólo una idea", precisa Sanclimens mientras ojea, abrumado, el voluminoso informe de Prensa sobre el caso, que reposa sobre su mesa. "Ya sé que en el marco de la legislación actual, una inciativa de este tipo no tiene cabida, pero creo que entre todos; deberíamos pensar en buscar alguna fórmula para controlar la prostitución".

"En la actualidad, detrás de la prostitución se esconden otras actividades y, en los últimos tiempos, el incremento de las enfermedades venéreas es un hecho", señala para explicar su propuesta. "Cuando vaya a ver al gobernador civil, le explicaré mis puntos de vista", concluye el alcalde Sanclimens.

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