Una lata, una rueda, un bolso de mujer

Mientras responde a las preguntas de EL PAÍS, Tinguely, con sus grandes bigotes casi a lo Dalí, sus cejas bien pobladas y su pelo gris largo, está como ausente. Se entretiene en tomar en sus manos el magnetófono y moverlo como si fuese un juguete, o se divierte atándote un trozo de hilo a la pulsera de tu reloj.No se sabe si se burla, si ironiza o si se confiesa como un niño cuando dice: "Yo me divierto jugando con el movimiento, que es como jugar con la vida". Niega que sus máquinas sean terribles o tristes, y explica que les gustan siempre a los niños, los cuales, tras haberlas visto, le lle...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Mientras responde a las preguntas de EL PAÍS, Tinguely, con sus grandes bigotes casi a lo Dalí, sus cejas bien pobladas y su pelo gris largo, está como ausente. Se entretiene en tomar en sus manos el magnetófono y moverlo como si fuese un juguete, o se divierte atándote un trozo de hilo a la pulsera de tu reloj.No se sabe si se burla, si ironiza o si se confiesa como un niño cuando dice: "Yo me divierto jugando con el movimiento, que es como jugar con la vida". Niega que sus máquinas sean terribles o tristes, y explica que les gustan siempre a los niños, los cuales, tras haberlas visto, le llevan sus juguetes rotos para que se los arregle y vuelvan a moverse.

Lo que sí admite es que sus obras están cargadas de símbolos, sobre todo, dice, de símbolos de vida y muerte. Reconoce que sus obras están hechas con "trozos de mi vida". La mayor parte de los objetos viejos utilizados para sus máquinas-esculturas son cosas que habían usado él o los suyos, como una vieja lata de aceite, la rueda de una bicicleta, el bolso o el zapato de su madre.

Más información

A la pregunta: "¿Qué es la estaticidad para un hombre que ha dado al arte la dimensión del movimiento?", Tinguely responde que una vez había visto a un artista que pintaba en pocos minutos un cuadro con gran febrilidad, pero que después él y su obra se quedaban petrificados. "Yo, al revés", dice, "me limito a dejar que la vida se exprese como es, moviéndose siempre con naturalidad, como los jugadores en un partido de fútbol, cada uno con su ritmo y su estilo, porque si en un equipo", añade, "todos se moviesen como Maradona, el partido sería feo e inestético".

¿Que es un automóvil para Tinguely? "No es la cosa más inteligente del mundo", dice, "pero me entusiasma igualmente". ¿Por qué ha hecho el Infierno casi como un juguete divertido?. Responde sonriendo: "Quizá porque me daba demasiado íniedo". ¿Por qué tantas calaveras humanas y de animales en sus obras, que no se sabe si en sus movimientos rezan o bostezan, o se están riendo de nosotros los vivos9 "Porque uno de mis propósitos ha sido siempre el de exorcizar la muerte para dar mayor relieve a la vida, que es lo que me gusta e interesa".

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En