FERIA DE SAN ISIDRO

Destrozados en varas

., A los Miura, como a tantas otras corridas, los destrozaron en varas. Hubo en la tarde toros bravos que agotaron sus fuerzas en la prueba del caballo y llegaron desfallecientes, cuando no moribundos, al último tercio. Los toreros se quejaron luego del purismo de un público, excesivamente torista que reclamaba primeros tercios ejecutados en regla y pedía que se colocaran en suerte los toros a mucha distancia, para que dieran la medida de su bravura.

Se quejaron del purismo, el torismo y el reglamentismo, pero no se quejaron de la barbarie de las acorazadas de picar que acaudillan. No ...

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., A los Miura, como a tantas otras corridas, los destrozaron en varas. Hubo en la tarde toros bravos que agotaron sus fuerzas en la prueba del caballo y llegaron desfallecientes, cuando no moribundos, al último tercio. Los toreros se quejaron luego del purismo de un público, excesivamente torista que reclamaba primeros tercios ejecutados en regla y pedía que se colocaran en suerte los toros a mucha distancia, para que dieran la medida de su bravura.

Se quejaron del purismo, el torismo y el reglamentismo, pero no se quejaron de la barbarie de las acorazadas de picar que acaudillan. No se conoce matador que haya hecho retirar del ruedo a un picador por excederse en el castigo.

Parece que, según el criterio de los toreros, en la lidia, en el reglamento y hasta en el público todo es susceptible de modificación, excepto la grosera forma en que sé realiza actualmente la suerte de varas.

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Todos los diestros propugnan que se elimine el segundo puyazo cuando el primero deja listo al toro, pero nadie ordena a sus picadores que dosifiquen el castigo y piquen en el morrillo. Los individuos del castoreño, y sus generales, se ponen la fiesta por montera. Al parecer, todo ha de girar en torno a sus particularísimos intereses y pretenden que la corruptela sea ley.

La miurada no fue buena, pero habría dado mejor juego sin la aniquilación sistemática a que fue sometida por la acorazada. Martín Toro tiró correctamente la vara en sus intervenciones, Manuel Quinta "se agarró" bien en la tremenda embestida del sexto toro, y no hubo más, de recibo, en las sucesivas actuaciones de los individuos del castoreño a lo largo de la tarde. Atila y los Hunos habrían sido cándidas colegialas, a su lado.

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