Crítica:'JAZZ'

Teoría del terremoto

A McCoy Tyner se le quedó pequeño el piano que le pusieron para que tocara, un Steinway como una casa. McCoy tiene diez manos, y esta obsesionado por la escala pentatónica. Eso hace que sus interpretaciones resulten a la vez profusas y obstinadas. Los solos de McCoy Tyner son ejercicios de dinámica que arrancan del fortíssimo para ir a más. Es la vieja teoría del terremoto que inventó Cecil B. DeMille para el cine.A los otros dos miembros de la rítmica les basta con dejarse arrastrar por la propulsión del jefe. Avery Sharpe tiene la contundencia y reflejos al contrabajo, y un cur...

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A McCoy Tyner se le quedó pequeño el piano que le pusieron para que tocara, un Steinway como una casa. McCoy tiene diez manos, y esta obsesionado por la escala pentatónica. Eso hace que sus interpretaciones resulten a la vez profusas y obstinadas. Los solos de McCoy Tyner son ejercicios de dinámica que arrancan del fortíssimo para ir a más. Es la vieja teoría del terremoto que inventó Cecil B. DeMille para el cine.A los otros dos miembros de la rítmica les basta con dejarse arrastrar por la propulsión del jefe. Avery Sharpe tiene la contundencia y reflejos al contrabajo, y un curioso sonido percutiente al bajo ecléctrico; son, en fin, características más propias de un pugilista que de un músico. El mejor fue el batería Louis Hayes, que es capaz de convertir el ímpetu de los demás en ritmo, lo que tiene bastante mérito.

McCoy Tyner-Jackie McLean

Concierto celebrado en el Colegio Mayor San Juan Evangelista. Madrid, 14 de marzo.

Jackie McLean se portó al principio como el pirata de La isla del tesoro. Aparecía y desaparecía. Cuando decidió quedarse, se le vio gordito y domesticado. Las veces que encontró un hueco para meterse en la música de los otros, tarea nada fácil, solucionó la papeleta con destreza, aunque sin aquella cualidad punzante, como de navajero del jazz, que puso un punto de incertidumbre en el sonido Blue Note de los sesenta.

Y ya que hablamos de sonido, terminemos con el sonido. El concierto se anunciaba como parte de un festival de jazz, y lógico es que sonara como jazz de festival. Con esto no digo que el sonido fuera malo, sino que no era el sonido del San Juan Evangelista.

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