Dámaso se recrea con el capote

Dámaso González, reconciliado con su público, hipnotizó a sus dos toros y después hizo lo que quiso con ellos. Además -noticia, noticia-, toreó bien con el capote, recreándose en verónicas y un quite por chicuelinas.

Al primero, un veleto corretón tras propinarle las correspondientes dosis de miradas hipnóticas, le realizó una faena con gusto y ortodoxia, destacando los redondos; largos, lentos y mandones. Y, como acostumbra, con plenitud de temple y ligazón. La estocada quedó baja y perdió el segundo trofeo.

El cuarto, veleto y astifino, se derrengó al caer tras un impresion...

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Dámaso González, reconciliado con su público, hipnotizó a sus dos toros y después hizo lo que quiso con ellos. Además -noticia, noticia-, toreó bien con el capote, recreándose en verónicas y un quite por chicuelinas.

Al primero, un veleto corretón tras propinarle las correspondientes dosis de miradas hipnóticas, le realizó una faena con gusto y ortodoxia, destacando los redondos; largos, lentos y mandones. Y, como acostumbra, con plenitud de temple y ligazón. La estocada quedó baja y perdió el segundo trofeo.

El cuarto, veleto y astifino, se derrengó al caer tras un impresionante brinco cuando entró al caballo, quedando a la defensiva. Pero Dámaso, profesional y que hace embestir a una pared, le hipnotizó y dominó, y le sacó pases a base de provocar la embestida con sus muslos, que golpeaba contra la punta y la pala del cuerno. Pero montó un mitin a espadas.

Nuñez / González, Espartaco, Oliva

Cinco toros de Carlos Nuñez y 6º de Mari Carmen Camacho, terciados y de juego desigual. Dámaso González: oreja; aviso y vuelta. Espartaco: oreja; división. Emilio Oliva: ovación; dos orejas.Plaza de Albacete, 12 de septiembre. Cuarta corrida de feria.

También lo montó Emilio Oliva en el brocho y listón tercero, tras torearle con decisión y entrega, pero sin dominio ni hipnosis. En el último hizo una faena larga, de menos a más, destacando una serie de naturales y un farol. Pero para farol, el que se tiró el presidente, al otorgar a Oliva -torero de la empresa- una segunda e inmerecida oreja.

Espartaco tiró líneas y sonrisas en su primero, mezclando pases ventajistas, despegados y eléctricos, con otros, ya desconectado de la red, lentos y bellos: tres naturales citando de frente. En el otro, que no era el clásico borrego de carril, no supo ni quiso entenderlo.

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