Reportaje:

El niño 5.000 millones será pobre

Desde el lunes pasado, la población mundial sobrepasa oficialmente esa cifra

El bebé 5.000 millones llegó a este mundo oficialmente el pasado 7 de julio. El Instituto de Población anunció su llegada unos días antes, pero advirtió que el simbólico bebé podría aparecer en cualquier segundo del día 7, no importa en qué lugar de la Tierra. Pese a tales imprecisiones -el planeta se incrementa en un millón de personas cada cinco días-, el bebé nació en un país del Tercer Mundo. Afinando el juego, el niño pudiera haber nacido en Asia meridional, donde habita un tercio de la humanidad. El pequeño, que hoy cuenta ya con cinco días de edad, tiene, en todo caso, perfilado su futu...

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El bebé 5.000 millones llegó a este mundo oficialmente el pasado 7 de julio. El Instituto de Población anunció su llegada unos días antes, pero advirtió que el simbólico bebé podría aparecer en cualquier segundo del día 7, no importa en qué lugar de la Tierra. Pese a tales imprecisiones -el planeta se incrementa en un millón de personas cada cinco días-, el bebé nació en un país del Tercer Mundo. Afinando el juego, el niño pudiera haber nacido en Asia meridional, donde habita un tercio de la humanidad. El pequeño, que hoy cuenta ya con cinco días de edad, tiene, en todo caso, perfilado su futuro.

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Este bebé de ficción podría ser, en efecto, asiático. El pequeño podría haber nacido en Asia meridional (donde vive el 32% de la humanidad) o en Extremo Oriente (donde habita el 25%). "Asia del Sur y oriental reúnen ya en sí la mitad de la población", señala Tomás Jiménez Araya, economista y consultor del Fondo de Naciones Unidas para Población (FNUAP). Pero otra tercera posibilidad es que hubiera nacido en África, continente en el que vive el 10% de los seres humanos."Todo apunta a que pudiera ser chino o indio", precisa Tomás Jiménez Araya. De ser así, la esperanza de vida del bebé, si es que sobrevive a la infancia, oscilaría entre los 50 y los 54 años. Una longevidad moderada si se tiene en cuenta que en Japón alcanzaría los 77 años. Pero no tan exigua como los apenas 40 años que tendría que apurar de haber nacido en Sierra Leona y África subsahariana.

El político y demógrafo Joaquín Arango ratifica la opinión de que, en términos estadísticos, sería chino", sin descartar que fuera indio. "La India superará a China en concentración humana en el año 2000. "En el fondo, este hipotético niño es un perfecto desconocido. Ni siquiera es serio decir que nació exactamente el lunes: el margen de error es grande, porque hay países que contienen defectos de censo, así que es posible que hayamos sobrepasado esa cifra unas semanas antes", afirma Arango, cauteloso. No obstante, el escollo más difícil para este hipotético bebé "es superar el primer año de vida, algo que lograrán nueve de cada diez niños de su entorno". Saltado este obstáculo, "sus posibilidades posteriores serán cada vez mayores: tiene tres probabilidades de cuatro de llegar a adulto. Y si las condiciones de mortalidad se mantienen o descienden, podría vivir hasta los 60 años".

Joaquín Arango cree que sería una ventaja que el bebé hubiera nacido en Asia oriental. "En este área, sobre todo en Corea, Singapur, Taiwan y Tailandia, existen mayores perspectivas de progreso económico". Estos países "están ganando la batalla de la fecundidad, que ha descendido", por lo que su vida sería mucho mejor. Por el contrario, sería extremadamente peor en los países meridionales de la India, Bangladesh o Pakistán, porción del mundo donde se hacinan las mayores concentraciones humanas.

Podría ser chica, pero tiene más posibilidades de que sea niño. "Estadísticamente, nacen 105 niños por cada 100 niñas, en sabia previsión de la naturaleza a la mayor longevidad femenina", afirma Arango. "Si fuera niña, sus posibilidades de vida, alimentación y escolarización se reducarían a la mitad", añade Jiménez Araya. "Existe discriminación incluso en relación con los hábitos alimenticios, y no sólo por razones estrictamente sexistas, sino culturales".

"Es posible que haya nacido en una aldea", perfila Tomás Jiménez Araya, "porque la población rural en esas zonas es mayor que la urbana, que sólo alcanza el 22%". Pero no hay que olvidar que a finales de siglo casi la mitad de la población será urbana, "por lo que es muy posible que acabe abandonando el campo para formar parte de esas multitudes marginadas que se instalan en los arrabales de las grandes ciudades". No parece aventurado pensar que sus padres sean campesinos y que él no es el primer hijo de la pareja. "La tasa de fecundidad en este área oscila entre los cuatro o cinco hijos por mujer".

Amenazado de muerte

El escritor y economista José Luis Sampedro esboza así el porvenir imaginario del bebé 5.000 millones: "Lo más probable es que sea un pobre toda la vida. Sea cual sea su esperanza de vida, no creo que su vida cambie demasiado: si nace en el sur de China, donde a pesar de las transformaciones superficiales que se están introduciendo la vida cambia lentamente; imagínate qué clase de vida le espera: un porvenir muy estable, a no ser que se produzca una catástrofe nuclear. Y si nace en Bangladesh o la India, pues será uno de esos que viven en un tugurio y malviven de la economía sumergida". Cree Sampedro "que el mundo tiene que cambiar, pero no lo hará hasta dentro de cuarenta años. Ahora hay un equilibrio tácito entre las dos grandes potencias que nadie parece interesado en modificar. Y, por otra parte, no parece plausible la hipótesis de que Japón abandone a Occidente y se alíe con China, porque no se tragan".Aunque la tasa de mortalidad está decreciendo en el Tercer Mundo, el bebé 5.000 millones es todavía un niño amenazado de muerte temprana. Y, sin embargo, "su impacto sobre los recursos no es tan fuerte como la que ejerce un niño norteamericano", continúa Jiménez Araya. "Un bebé indio sale mucho más barato que un niño nacido en la opulencia, pero no sólo para sus padres, sino para toda la población. Hay que deshacer el mito del número, porque los que presionan sobre los recursos internacionales no son éstos, sino los niños ricos. Lo que hay que limitar es el consumo del niño occidental, porque lo imposible es que los 5.000 millones puedan vivir así".

La escolarización del bebé será una cuestión casi de ruleta rusa. Entre otros factores, dependerá mucho de si es chico o chica: "En ese área se estima que el 82% de los niños y el 47% de las niñas serán alfabetizados". Esta desigualdad cultural entre hombre y mujer tiende a perpetuarse. En contrapartida, algunos aspectos de la situación de la mujer irán mejorando a lo largo de su vida: la utilización de anticonceptivos y el ejercicio de una procreación libre. Su calidad de vida sería más deficiente si hubiera nacido en una zona de guerra, como Aghanistan, o en focos de conflictos tribales y religiosos mal saldados por la presencia colonialista.

Uno más entre los pobres que merodean en los suburbios de las ciudades, este bebé asiático, será, probablemente, un viejo indigente, sin derecho a la asistencia pública. Sus achaques serían diferentes a los propios de los viejos del Norte, pero tendrían algo en común con éstos: el progresivo envejecimiento de la población. La diferencia entre las postrimerías de este bebé asiático y de uno europeo es que estará rodeado de viejos, pero no sólo de viejos como en Occidente.

Aunque el panorama personal del bebé no resulte halagüeño, Joaquín Arango no encuentra razones para ser pesimistas. "Aunque el siglo XX ha sido el del crecimiento más rápido, el ritmo está disminuyendo desde hace diez años. El alarmismo que se alcanzó en 1974 al sobrepasar los 4.000 millones, ya no tiene sentido. Los presagios apocalípticos tampoco tienen fundamento: se está progresando en líneas generales, aunque es cierto que sin un crecimiento tan rápido hubiera sido mejor".

De cara al 2.000, Arango no cree en el peligro del agotamiento de los recursos, pero estima que se ciernen perspectivas tenebrosas en el África subsahariana.

En el 2.000 se espera que la población llegue a los 6.000 millones. Hacia el año 2110, los demógrafos preveen que se duplique la población actual. "No obstante, nada se puede predeterminar en un asunto en el que cuentan tanto las decisiones personales", dice Jiménez Araya. Para el economista estos futuros 10.500 millones de personas no son en sí preocupantes, porque hay suficientes recursos. "Lo paradójico es que se destine tanto esfuerzo en el Norte a un niño probeta, mientras en el Sur un bebé apenas puede sobrevivir. El mundo sería más habitable si no existieran fronteras que impiden la movilidad de los ciudadanos del Tercer Mundo para emigrar libremente al Norte", concluye Jiménez Araya. "La falacia del mercado libre es evidente cuando sabemos que el bebé asiático, probablemente, nunca obtendrá visado para trabajar en Ohio".

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