Grave desastre ecológico

Los miles de litros de ácido sulfúrico enriquecido (oleum) -entre 6.000 y 12.000- vertidos en el cauce de río Duratón han ocasionado un grave desastre ecológico en el primer tramo del cauce, principalmente en 12 kilómetros hasta la localidad segoviana de Duruelo, zona que tardará años en recuperarse.Según la Consejería de Bienestar Social de la Junta de Castilla y León, ahora ya se puede utilizar el agua del Duratón, pero con gran prudencia, sobre todo para abrevar el ganado. Cualquier movimiento del agua que provoque contacto con las márgenes del cauce traerá consigo una nueva contamin...

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Los miles de litros de ácido sulfúrico enriquecido (oleum) -entre 6.000 y 12.000- vertidos en el cauce de río Duratón han ocasionado un grave desastre ecológico en el primer tramo del cauce, principalmente en 12 kilómetros hasta la localidad segoviana de Duruelo, zona que tardará años en recuperarse.Según la Consejería de Bienestar Social de la Junta de Castilla y León, ahora ya se puede utilizar el agua del Duratón, pero con gran prudencia, sobre todo para abrevar el ganado. Cualquier movimiento del agua que provoque contacto con las márgenes del cauce traerá consigo una nueva contaminación, porque el ácido aún se mantiene allí. Si llueve, la situación también empeorará, porque se liberará parte del ácido sulfúrico retenido por la arena caliza que se vertió a las cuatro horas de ocurrido el accidente para impedir que aquél llegara al río.

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En la zona más afectada ha desaparecido todo el ecosistema, incluido un vedado de truchas comunes, que murieron totalmente quemadas. Mientras que Bienestar Social ha mantenido unas medidas más rigurosas de precaución para que no se consuma el agua del río, el Gobierno Civil de Segovia, a la vista de los informes de la Confederación Hidrográfica del Duero, levantó la prohibición a los dos días del accidente.

Los pueblos cercanos a la zona del siniestro-La Rades, Siguero y Duruelo-, que a juicio de sus alcaldes padecieron una falta de información oficial, han vivido días de incertidumbre por las consecuencias del vertido del ácido.

La presencia de una posible nube tóxica, extremo negado por Bienestar Social, aunque reconoce que después del accidente hubo una emanación de gases, obligó a sus habitantes a cerrar las ventanas de las casas. En las primeras horas, nadie quiso acercarse el lugar del accidente. Ningún vecino participó en las labores de traspaso de una carga de vainas metálicas sin explosivos que portaba uno de los camiones siniestrados, aunque les ofrecieron una remuneración por ello.

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