Reportaje:

Traslados forzosos

De las 35.000 personas que, según estimaciones, permanecen sin hogar en Crossroads -un gueto negro de Ciudad del Cabo (Suráfrica)- unas 2.500 han ido a Jayelitsha, barriada popular construida por el Gobierno hace dos años para acoger a la gente en esa situación. Pero los negros de Crossroads se negaron a desplazarse allí, aduciendo el alto costo de las rentas y transportes y por temor a quedar atrapados por la alta verja que la rodea.El Gobierno ha asegurado que no habrá traslados obligatorios a Jayelitsha, pero cualquiera que desee un techo y ayuda debe ir allí para conseguirlo. "Es la forma ...

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De las 35.000 personas que, según estimaciones, permanecen sin hogar en Crossroads -un gueto negro de Ciudad del Cabo (Suráfrica)- unas 2.500 han ido a Jayelitsha, barriada popular construida por el Gobierno hace dos años para acoger a la gente en esa situación. Pero los negros de Crossroads se negaron a desplazarse allí, aduciendo el alto costo de las rentas y transportes y por temor a quedar atrapados por la alta verja que la rodea.El Gobierno ha asegurado que no habrá traslados obligatorios a Jayelitsha, pero cualquiera que desee un techo y ayuda debe ir allí para conseguirlo. "Es la forma más rápida y barata para obligar al traslado que hemos visto jamás", declara Laureen Platzky, un trabajador local. "Políticamente, el Gobierno ha mantenido sus manos limpias y el desastre aparece como una lucha entre negros", agrega Platzky.

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No obstante, los residentes acusan a la policía y al Ejército de que permanecen al margen cuando los grupos de negros conservadores, los llamados vigilantes, incendian sus casas. Según ellos, la propia policía arma a los grupos que se enfrentan con los activistas políticos de raza negra, que se autodenominan camaradas.

"Quieren nuestra tierra. Vinieron un sábado por la mañana a las ocho y media para quemar las casas y dispararáron a la gente con pistolas. Los soldados les ayudaron", explican con firmeza. Sin embargo, se trata de una acusación que las fuerzas de seguridad han negado repetidamente. "Todavía está crudo, amigo. Sus cazadores están ahí afuera esperándonos, y cuando ven a uno de nosostros en la calle, lo cogen y lo matan". Por eso, los jóvenes camaradas vigilan las tiendas de los refugiados por la noche.

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