Una noche redonda

La penúltima noche de rock isidril en la Casa de Campo fue de las de vuelta al ruedo. La reaparición de Los Secretos se esperaba con interés y muy pronto se vio que el respetable estaba con ellos, pues no se ha olvidado de sus canciones. Han incorporado el country a su repertorio, suenan más potentes. son excelentes instrumentistas y cuando su cantante, Enrique Urquijo, se decida a dar fuerza a su guitarra, su presencia en escena subirá muchos enteros. Continúan siendo muy buenos compositores. Adaptan acertadamente las versiones y su actuación fue hacia arriba, con el colofón de ...

La penúltima noche de rock isidril en la Casa de Campo fue de las de vuelta al ruedo. La reaparición de Los Secretos se esperaba con interés y muy pronto se vio que el respetable estaba con ellos, pues no se ha olvidado de sus canciones. Han incorporado el country a su repertorio, suenan más potentes. son excelentes instrumentistas y cuando su cantante, Enrique Urquijo, se decida a dar fuerza a su guitarra, su presencia en escena subirá muchos enteros. Continúan siendo muy buenos compositores. Adaptan acertadamente las versiones y su actuación fue hacia arriba, con el colofón de 50.900 personas coreando su Déjame. Tuvieron el espaldarazo que necesitaban.Los sevillanos de Circulo Vicioso lo tuvieron más difícil pero salieron airosos. Es un grupo que hace una música personal, con dos guitarristas diferentes pero originales y una base rítimica tremendamente sólida. No es un grupo de escucha fácil.

De la Orquesta Mondragón ya se ha dicho casi todo. Javier Gurruchaga se las sabe todas. Su directo es impecable, igual que la del inefable Popotxo. Aunque sea el centro, no da la impresión de vedette y deja mucho campo a los magníficos músicos que le rodean para que puedan moverse en libertad sin estar en un segundo plano, con el resultado ya sabido.