Crítica:MÚSICA

El arte grande de Cótrubas y Paraskivesko

Esperábamos de Ileana Cotrubas (Galati,1939) y del pianista Paraskivesko (Bucarest, 1940) un gran recital y lo hemos tenido en máximo grado de perfección.

La Cotrubas pulsó las cuatro cuerdas de su programa —Schubert, Enesco, Wolf, Debussy— como quien ejerce magisterio y a la vez como si estuviera jugando con el arte.

Arte grande, fascinante, incisivo, el de Cotrubas, apoyado en una técnica general formidable (afinación, fraseo, respiración, matices) y en la que reluce una dicción sencillamente genial.

A la hora de Claudio Debussy y sus verlaineanas. ...

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Esperábamos de Ileana Cotrubas (Galati,1939) y del pianista Paraskivesko (Bucarest, 1940) un gran recital y lo hemos tenido en máximo grado de perfección.

La Cotrubas pulsó las cuatro cuerdas de su programa —Schubert, Enesco, Wolf, Debussy— como quien ejerce magisterio y a la vez como si estuviera jugando con el arte.

Arte grande, fascinante, incisivo, el de Cotrubas, apoyado en una técnica general formidable (afinación, fraseo, respiración, matices) y en la que reluce una dicción sencillamente genial.

A la hora de Claudio Debussy y sus verlaineanas. Ariettes oubliées, en las que la música, en todos sus componentes, no es sino pura dimanación de la palabra; a la hora sutil de las siete pequeñas obras maestras sobre texto de Clément Marot, muestra de la inatendida obra de Georges Enesco; en el momento romántico de Schubert, allá donde está la fuente del lied o en la expresividad lúcida, la acción cantada de los lieder italianos de Wolf, Ileana Cotrubas parecía una cantante diversa y única: tal es la versatilidad de su inteligencia, tal la generosidad de su voz y su pensamiento musical tocado por la gracia.

Grandes recitales líricos

Fiestas, de San Isidro del Ayuntamiento, de Madrid. Auditorio de la Casa deCampo. Madrid, 11 de mayo.

lleana Cotrubas, soprano

Thedor Paraskivesko, piano.

Obras de Schubert, Enesco, Debussy y Wolf

Teatro Real.

Con la Cotrubas colaboró el pianista rumano, nacionalizado francés, Theodor Parakivesko, que jusifica todos los galardones recibidos y explica su personalidad bifronte, rumana y francesa, lo mismo que su formación musical. Contar con un colaborador pianístico de tal categoría constituye un privilegio que Cotrubas se merece.

Desde el teclado se avanzan las intenciones de la liederista; en realidad, se trata de intenciones y criterios compartidos hasta un punto que no cabe la disociación.

Bravo recital y bravos intérpretes. Éxito inconmensurable que se cerró, después de varios encores, con la bella Nana de Montsalvatge, dicha y hecha con prodigio.

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