Cartas al director

El amigo americano

Nosotros, que, a pesar de nuestros sentimientos pacifistas, acabamos de apostar por participar en los mismos proyectos que las demás democracias europeas, nos encontramos con que el amigo americano, del que ya sospechábamos encubiertos arrebatos belicistas, se ha destapado, como siempre, lejos de su casa.Es triste ser aliado de un país dirigido por un presunto demente que, desde su ancianidad y, por puro instinto de fantarronería, quiere demostrar que su país es el más fuerte, jugando a la guerra, con un profundo desprecio hacia el más elemental de los derechos humanos, la vida, incluso de sus...

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Nosotros, que, a pesar de nuestros sentimientos pacifistas, acabamos de apostar por participar en los mismos proyectos que las demás democracias europeas, nos encontramos con que el amigo americano, del que ya sospechábamos encubiertos arrebatos belicistas, se ha destapado, como siempre, lejos de su casa.Es triste ser aliado de un país dirigido por un presunto demente que, desde su ancianidad y, por puro instinto de fantarronería, quiere demostrar que su país es el más fuerte, jugando a la guerra, con un profundo desprecio hacia el más elemental de los derechos humanos, la vida, incluso de sus propios compatriotas, a los que manda a morir para satisfacer su espíritu bélico.

Al igual que los alimentos llevan un control de calidad en los países civilizados, habría que buscar alguna fórmula para evitar que estos peligrosos ejemplares de la raza humana rijan los destinos de un país.- Carlos Gismera.

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