Crítica:TEATRO

La obscenidad del juglar

Para Darío Fo lo obsceno es positivo: una respuesta popular a la agresión de las clases cultas poderosas, que crean el sentido del pecado, de lo que no se debe hacer o decir, para producir un sentimiento de culpabilidad. Un pueblo que se siente culpable es un pueblo que se gobierna con facilidad. Lo obsceno es una defensa: el relato deslenguado aparece en las culturas directas como formas de liberación.Formas que él distingue de la pornografía, que le parece brutal y, sobre todo, sin imaginación. Su monólogo El fabulador obsceno está compuesto por historias en las que tanto abunda el cu...

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Para Darío Fo lo obsceno es positivo: una respuesta popular a la agresión de las clases cultas poderosas, que crean el sentido del pecado, de lo que no se debe hacer o decir, para producir un sentimiento de culpabilidad. Un pueblo que se siente culpable es un pueblo que se gobierna con facilidad. Lo obsceno es una defensa: el relato deslenguado aparece en las culturas directas como formas de liberación.Formas que él distingue de la pornografía, que le parece brutal y, sobre todo, sin imaginación. Su monólogo El fabulador obsceno está compuesto por historias en las que tanto abunda el cuento popular, sobre todo en la Edad Media; relatos orales, para juglares, para la plaza del pueblo. La obscenidad salvadora reposa, en parte en la historia que se cuenta, y sobre todo en la palabra misma, usada fuera de todas las restricciones. Fo la toma de su antigüedad y de una región mediterránea donde se unen el norte de Italia y el sur de Francia: unas formas dialectales que nos son familiares, pero que no serían enteramente comprensibles si no se proyectase una traducción somera; aunque ayuda, sobre todo, la formidable capacidad mímica de Fo. Lo escatológico, lo sexual, lo pícaro, la pequeña moraleja donde el humilde triunfa, forman parte de estas obscenidades alegres y divertidas.

El fabulador obsceno

De Darío Fo. VI Festival de Teatro. Teatro Albéniz, 7 de marzo.

Dice Fo que El fabulador obsceno no es un espectáculo propiamente dicho, sino la forma de configuración de ese espectáculo que se va construyendo ante el público. Esta manera no cuajó enteramente en su presentación. Si las personas que veían por primera vez a Darío Fo quedaron deslumbradas y admiradas, quienes le han visto en otras ocasiones echaban de menos el mordiente de sus antiguas historias. El juglar parecía cansado. Claro que el cansancio de Darío Fo es una medida relativa y deja fuerza suficiente a su capacidad creativa. Fue premiado por aplausos de un público arrebatado por la hilaridad de las historietas y por una condición histriónica de primer orden.

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