Montserrat Caballé fue la gran atracción del Festival de Tarazona

Montserrat Caballé fue la gran atracción del I Festival Internacional de Música de Tarazona, clausurado el pasado domingo en el teatro Bellas Artes de la localidad zaragozana por la Orquesta de Cámara de la Filarmónica Checoslovaca el pasado domingo.Desde sus comienzos, el 23 de agosto, con la actuación del veterano pianista Aldo Ciccolini, hasta los últimos momentos, marcados por la presencia del más brillante de los discípulos del gran pianista aragonés Eduardo del Pueyo, el norteamericano Jo Alfidi, el festival ha estado presidido por una gran respuesta popular.

Las actuaciones del c...

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Montserrat Caballé fue la gran atracción del I Festival Internacional de Música de Tarazona, clausurado el pasado domingo en el teatro Bellas Artes de la localidad zaragozana por la Orquesta de Cámara de la Filarmónica Checoslovaca el pasado domingo.Desde sus comienzos, el 23 de agosto, con la actuación del veterano pianista Aldo Ciccolini, hasta los últimos momentos, marcados por la presencia del más brillante de los discípulos del gran pianista aragonés Eduardo del Pueyo, el norteamericano Jo Alfidi, el festival ha estado presidido por una gran respuesta popular.

Las actuaciones del cuarteto polifónico The Scholars, que cantaron un bello tríptico del español Ángel Barja, de la Orquesta de Cámara Paul Kuentz, del dúo de violín, y piano Eugene y Carmina Sarbu o del cuarteto de cuerda Enesco fueron despertando una creciente expectación por el desarrollo del festival.

El momento más alto de ese interés se produjo el pasado viernes con el recital de Montserrat Caballé. La cantante actuó en la iglesia del monasterio de Veruela.

El habitualmente solitario paraje, refugio un tiempo del poeta Gustavo Adolfo Bécquer, congregó a una multitud para oír a la diva.Con tan favorable ambiente, Caballé cantó a gusto y relajada, en un recital modelo por el repertorio elegido -cuatro Haendel, dos Donizetti, un Rossini, canciones francesas y españolas- y por la entrega y perfección al desarrollarlo.

Caballé sigue siendo una genial intérprete de las grandes escenas, cuanto más dramáticas mejor, de la etapa dorada del belcantismo decimonónico, es decir, el Rossini más grave, Donizetti, Bellini, el primer Verdi. En ese terreno no tiene rival. A su clamoroso éxito contribuyó la imisicalidad intachable del pianista Miguel Zanetti.

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