42º Festival de Venecia

Un académico de París

Eugéne lonesco es uno de los cuarenta miembros de la Academia Francesa y una figura legendaria de los barrios literarios de Saint Germain de Pres y Montparnasse. De padre rumano y madre francesa, nació en Slatina (Rumanía) el 26 de noviembre de 1912. Sus padres se trasladaron a Francia en 1913 para volver posteriormente a Rumanía. Allí se licencia enliteratura francesa y da clases durante (los años. En 1938 vuelve a Francia y se afinca definitivamente en París, donde da a conocer en 1950 su obra La cantante calva, a la que seguirán La lección (1951), Las sillas (1952), ...

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Eugéne lonesco es uno de los cuarenta miembros de la Academia Francesa y una figura legendaria de los barrios literarios de Saint Germain de Pres y Montparnasse. De padre rumano y madre francesa, nació en Slatina (Rumanía) el 26 de noviembre de 1912. Sus padres se trasladaron a Francia en 1913 para volver posteriormente a Rumanía. Allí se licencia enliteratura francesa y da clases durante (los años. En 1938 vuelve a Francia y se afinca definitivamente en París, donde da a conocer en 1950 su obra La cantante calva, a la que seguirán La lección (1951), Las sillas (1952), Víctimas del deber (1953) y El rinoceronte (1.958), entre otras.Ionesco es el padre indiscutible, al lado de Samuel Beckett, del denominado teatro del absurdo. Sus dos primeras obras, La cantante calva y La lección, se siguen representando en París tras más de 25 años en un pequeño teatro de ochenta plazas, La Huchette, ubicado en uno de los corazones del Barrio Latino. Por este pequeño teatro han pasado dos generaciones de actores, algunos de ellos hijos de los que representaron por primera vez las obras.

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Cuando tenía 36 años, el profesor rumano-francés que era entonces lonesco comenzó a estudiar inglés por el método Assimil. Las peripecias de este aprendizaje le hicieron concebir La cantante calva, que se estrenó el día 11 de mayo de 1950 y fue un fracaso.

Hubo un período en que, cuando a la hora de comenzar la función la taquillera no había despachado diez entradas, como mínimo, se suspendía la representación. Samuel Beckett acudió tres días seguidos, pero sin éxito, pues no se lograba el mínimo exigido.

El triunfo le llegó a lonesco entrado el decenio de los cincuenta, cuando jóvenes norteamerícanos, suramericanos y europeos se empezaron a interesar vivamente por su obra, al tiempo que algunos críticos cambiaron su actitud negativa. Otros, por el contrario, siguieron insultándole, hasta el punto de que uno de ellos afirmó que llevaría un perro a la siguiente representación para lanzarlo al escenario y que mordiera a los actores.

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