Crítica:34º FESTIVAL INTERNACIONAL DE SANTANDER

Recogimiento y brillantez

Obra organística de Juan Sebastián BachOrganista: José Manuel Azkue.

Santander, 1 y 2 de agosto.

El organista guipuzcoano José Manuel Azkue ha asumido la ópera omnia organística de Bach, y ahora la expone en el Festival Internacional de Santander a lo largo de 16 programas, interpretados en los instrumentos de Santa Lucía, la Bien Aparecida y Santa María del Puerto, en Santoña.

Herencia formidable y multiestilística, la obra organística de Bach responde unas veces a mera sugerencia instrumental; otras, viene determinada por las necesidades del culto. En tanto pr...

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Obra organística de Juan Sebastián BachOrganista: José Manuel Azkue.

Santander, 1 y 2 de agosto.

El organista guipuzcoano José Manuel Azkue ha asumido la ópera omnia organística de Bach, y ahora la expone en el Festival Internacional de Santander a lo largo de 16 programas, interpretados en los instrumentos de Santa Lucía, la Bien Aparecida y Santa María del Puerto, en Santoña.

Herencia formidable y multiestilística, la obra organística de Bach responde unas veces a mera sugerencia instrumental; otras, viene determinada por las necesidades del culto. En tanto preludios, tocatas y fugas despliegan las posibilidades del órgano barroco, que parece estar pidiendo la ampliación que llegaría con el romanticismo, el trabajo sobre melodías de coral se alza como la más sabia e íntima manifestación de una religiosidad sentida y cantada. En otros casos, los estilos e impulsos creadores se entremezclan, y no faltan algunos en los que la escritura admite doble lectura: la clavecinística y la organística. Como sucede tantas veces en Bach, catálogos tan responsables como el de Sclimieder señalan una porción de partituras de dudosa autenticidad

José Manuel Azkue ha aborda do todo lo escrito por Bach para órgano, sean transcripciones, do bles versiones o creaciones originales. Entiende esta música el organista de Oyarzun -titular actualmente de Nuestra Señora del Coro, en San Sebastián, después de haberlo sido en Fulton y Syracusa, Nueva York- tanto en sus dimensiones técnicas cuanto en sus medidas espirituales.

Aborda con brillantez páginas como Tocata y fuga en fa mayor, y se recrea en el canto de los corales del Pequeño libro de órgano, dando a cada uno el matiz que sugiere el texto base, narrando unas veces, floreando otras, largamente siempre, y todo ello a través de la registración específica, que en estas páginas ha de ser, por naturaleza, casi monocolor. Pues en el órgano existen dos géneros de virtuosismo: el de la agilidad en la ejecución, como en el piano, y el de la variedad de registros, que convierte lo interpretado en una feria colorística que acaba por imponerse sobre lo esencial de la música: esa sustancia que en los corales es, por los temas y por su tratamiento,bachiano, sencillamente conmovedora.

Al caer la tarde, los alrededores de Santa Lucía -un barrio escogido por los jóvenes para su movida diaria- se anima doblemente por un público, veinteañero en su mayoría, que durante poco más de una hora escucha con máximo interés la música de Bach. Al final dedica a José Manuel Azkue ovaciones muy largas.

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