Cartas al director

Alberti y la URSS

Esta carta podría titularse Lo que vio y no vio el señor Alberti, y se refiere al artículo del premio Cervantes 1983 publicado en EL PAIS (21 de julio de 1985).Según sus palabras, estando en Berlín a fines de 1932, "un tremendo clima de violencia la sacudía en todas direcciones. El hambre y la desocupación andaban por las calles, cruzadas de las escuadras nazis". Esto es lo que vio en el Berlín hitleriano de 1932, y que se corresponde absolutamente con la realidad. Sin embargo, cuando en ese mismo año se traslada a la Unión Soviética, nada más ingresar en la patria del proletariado lo q...

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Esta carta podría titularse Lo que vio y no vio el señor Alberti, y se refiere al artículo del premio Cervantes 1983 publicado en EL PAIS (21 de julio de 1985).Según sus palabras, estando en Berlín a fines de 1932, "un tremendo clima de violencia la sacudía en todas direcciones. El hambre y la desocupación andaban por las calles, cruzadas de las escuadras nazis". Esto es lo que vio en el Berlín hitleriano de 1932, y que se corresponde absolutamente con la realidad. Sin embargo, cuando en ese mismo año se traslada a la Unión Soviética, nada más ingresar en la patria del proletariado lo que ve es a un simpático revisor de trenes ("Nuestro departamento de tercera, limpio y de una dimensión no vista en otros trenes, estaba compuesto de cuatro camas") que se hace un lío para anotar sus billetes, pues, comenta gozosamente el poeta, "era, seguramente, una de las innumerables víctimas [subrayado mío] rescatadas por el plan quinquenal, que en cuatro años intentó liquidar en la URSS el analfabetisino".

Ve a escritores como Fadeiev (que se suicidó cuando su complicidad con los crímenes estalinistas, desde la presidencia de la Unión de Escritores de la URSS, se puso al descubierto; pero el señor Alberti no menciona esto), GIdakov, Pasternak (humillado hasta el punto de que recientemente expulsaron hasta su recuerdo de la dacha que ocupaba en Peredelkino; pero el señor Alberti tampoco lo menciona); poetas borrachos (lo normal en la Unión Soviética), como Svetlov, y cuando le presentan a Elsa Triolet, la hermana de Lilí Brik, aprovecha -Albertipara citar una supuesta carta de Maiakovski en la que éste se refiere a las causas amorosas de mi suicidio". Esta es la versión oficial soviética de la muerte del gran poeta. Pero quien haya leído nada más la conferencia pronunciada por Maiakovski el día antes del pistoletazo sabe perfectamente que el motivo de su suicidio no fue precisamente amoroso, sino que se debió, entre otras cosas, al enorme desencanto que le abatía.

Tampoco el señor Alberti vio esto que relata el que fuera corresponsal de EL PAIS en la URSS, Félix Bayón, en su estupendo libro La vieja Rusia de Gorbachov, a pesar de que ocurrió exactamente el año en que él se encontraba allí: "En 1932 estaba en todo su apogeo la deskulakización de Stalin, su lucha forzada y sangrienta por la colectivización de la tierra, que costó la muerte o el destierro a más de 10 millones de supuestos kulaks (pequeños campesinos prósperos)".

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Curioso que el señor Alberti no viera este genocidio. ¿Tendrá esta ceguera u olvido algo que ver con el Premio Stalin por él recibido?

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