Gozo y dominación

En la poco iluminada puerta de acceso al Rayo Vallecano el ambiente era tenso pero ordenado. Los controladores podían distinguir al tacto las entradas falsas de las verdaderas. Se veía a algunos palidecer en la oscuridad cuando una mano los apartaba sin mayores explicaciones y les decía: "Tu entrada es falsa". Y punto. No podrían entrar.El campo de juego estaba tapizado de personas que agitaban innumerables brazos desnudos al ritmo apabullante y desquiciado de la música. Los rayos láser jugueteaban sobre el fondo del escenario encandilando como a niños a más de 20.000 personas gozosas. La voz ...

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En la poco iluminada puerta de acceso al Rayo Vallecano el ambiente era tenso pero ordenado. Los controladores podían distinguir al tacto las entradas falsas de las verdaderas. Se veía a algunos palidecer en la oscuridad cuando una mano los apartaba sin mayores explicaciones y les decía: "Tu entrada es falsa". Y punto. No podrían entrar.El campo de juego estaba tapizado de personas que agitaban innumerables brazos desnudos al ritmo apabullante y desquiciado de la música. Los rayos láser jugueteaban sobre el fondo del escenario encandilando como a niños a más de 20.000 personas gozosas. La voz del cantante Ian Gillan y sus conmovedores alaridos dominaron la voluntad de la masa informe y obediente que remedaba en eco feliz los incomprensibles coros que le dictaban. Misa heavy, el concierto del miércoles tuvo su sermón en las notas que extrajo a las entrañas de su guitarra Ritchie Blackmore, aunque al final la catarsis dominara al poseído hasta el punto de no dejarle dar el toque magistral a Smoke on the water, casi el himno de Deep Purple, que dejó en la boca prematuramente el sabor amargo de la resaca.

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