Michael Hedges, por virguerías

Tres recitales de estilos diferenciados acercaron por primera vez a un público español el sonido del sorprendente sello discográfico estadounidense Windham Hill. La actuación del guitarrista Michael Hedges se distinguió por una mayor capacidad de alcance a los espectadores, admirados por la técnica completa, enérgica y hábil del músico.Las notas frías y evocadoras de Mark Isham iniciaron la velada. Michele Graybeal, un percusionista muy peculiar, y Bill Douglas, infatigable al contrabajo y a las flautas, acompañaron al compositor Isham, rodeados de teclados y aparatos programados. Ofrecieron c...

Tres recitales de estilos diferenciados acercaron por primera vez a un público español el sonido del sorprendente sello discográfico estadounidense Windham Hill. La actuación del guitarrista Michael Hedges se distinguió por una mayor capacidad de alcance a los espectadores, admirados por la técnica completa, enérgica y hábil del músico.Las notas frías y evocadoras de Mark Isham iniciaron la velada. Michele Graybeal, un percusionista muy peculiar, y Bill Douglas, infatigable al contrabajo y a las flautas, acompañaron al compositor Isham, rodeados de teclados y aparatos programados. Ofrecieron cuatro piezas largas en 50 minutos, sonidos de paisajes imaginables que protagonizaba la trompeta del líder, y las armonías más agudas de esa trompeta reanimaban al oyente de la calma sonora que prevalecía. La percusionista, en pie, bateaba sus brazos con fuerza o con delicadeza. La actitud silenciosa y casi inanimada de los asistentes varió con la entrada del artista siguiente.

Arpegia, rasguea, sacude con rabia o acaricia en armónicos las cuerdas de su guitarra acústica. Michael Hedges se ganó a la audiencia con un repertorio breve, aprovechando al máximo. Creaba la melodía con sus arpegios y a la vez imponía el ritmo con golpes sutiles y hacía el bajo sobre los bordones. Todo ello lo ejecutaba Hedges, solitario, impetuoso, auténtico, como si en su vida no hubiese hecho otra cosa. Añadió a los temas instrumentales -que el aficionado ya podía conocer, como el tema que titula el álbum Aerial boundaries- su nueva faceta de cantante.Interpretó Watching my life go by, título de su próximo elepé cantado, que dedicó a Lydia Fernández, introductora del sello Windham Hill en España. Se notaron en su estilo vocal las influencias de músicos como John Martyn o Joni Mitchell. Es un virtuoso que concentrafolk, blues, rock, clásica e inclusofunky en sus composiciones, cuya estructura depende siempre de las posibilidades de su destreza.

Fusión electrónica

Shadowfax es una banda extraña. Combina la música tradicional, expresada principalmente por la composición y la flauta de Chuck Greenberg, con ritmos y maneras actuales, concentrados en los dibujos de guitarra y sobre todo en la precisión y potencia del batería. Stuart Nevitt había acompañado antes a Michael Hedges para reforzar una versión cálida de Come together, de Lennon y McCartney. Este sexteto se acercan por momentos al rock sinfónico más manido, pero añaden otros sonidos, cambios de ritmo y solos de guitarra coordinados con el violín. Es música rápida, pura fusión, en la que se aprecian melodías similares al folk anglosajón, armonías de jazz y curiosos arreglos en guitarra de pop-reggae a la manera descubierta por The Police.

Al final todos los artistas de Windham Hill presentes se juntaron para una pequeña jam de blues, con Michael Hedges a la guitarra eléctrica y Mark Isham, a la trompeta. Fue la segunda vez que el público, atento pero callado durante la mayor parte del concierto, se levantó vibrante para acompañar con palmas cada una de las improvisaciones que se le ocurrían de modo informal a los músicos. El conocedor del sonido Windham Hill, de virtuosos como George Winston, Alex de Grassi o Darol Anger, concertistas todos en solitario de estilo acústico, quizá no salió complacido de una audición tan heterogénea en sonidos.